UN rayo veloz y un despertar sobre las nubes de la eternidad. Un destello de la luna impresa en tus ojos. Una brisa que te acaricia la cara, y planeas tu rostro con desdén. Presencia maldita con aires malsanos...

Cosas que te agradan, y cosas que te desgradan; que me importan. Solo tu estancia temporal en mi retina es, y nada vales. Se trata de algo extraño, e irreflexible, inconmesurablemente detestable. Exposiciones de verdades irrelevantes, plataformas de concreto en medio de los cielos, intachables.

Sin duda no se dónde buscar lo necesario. Como fuerte suelo de montaña agrietada, el agua no fluye por tus intenciones. Árboles y vidas verdes suplicantes se aferran, tratando de ser comprendidas y logrando el reinicio vital. Quémalas con fuego, destrúyelas con alegría. Soporta la invasión a tus sentidos. El desagravio. La soledad. La carencia de almas encandiladas con paisajes pintados con pasión. Cielos de cristales que se rompen ante tu diminuto ser, que innecesariamente se incrementa, con alevocía demencial, genialmente incompatible con la ecuación más obvia.

Sutílmente la compasión se aleja de ti. Queriendo encontrar placeres en los caminos de la aceptación. Un desaire, y horizontes infinitos le seducen la mente, y sin regreso. Un alago, y se aloja en praderas de máxima belleza adornadas por tu corona de espinas; inconfundiblemente no retribuye, volviendo a los candelabros de luz sólida y atrapada en paredes de piedra hermosa. Las gracias de la felicidad no son, y las lágrimas de la emoción, no existen.

Un aire, y se acumula hasta inflarse más y más. Incapacidad mental y disposición nula hacia el apego a la verdad y la humildad. Emoción cero y frías corrientes de aguas mortales, simplemente, no es y no será.

El día se torna en día, y la noche se transforma en noche. Con cuidado el destino se entrelaza con la matanza de la cordialidad y la cortesía. Hielos diminutos y glaciares llenos de significados, se caen ante las acciones del desgraciado. Una respuesta innata de las energías vivas y constantes del universo, que apoyan las vidas atrapadas en almas generosas y felices. Cuerpos amarrados ante el escarnio. Cadenas ardientes de la crueldad indiferente, de la racionalidad que apuñala, con derecho y justicia, por tan descarada actitud. Maldita arrogancia, maldita arogancia. Inerte propósito, convertidor opuesto, increíble ego. Futilidad elevada hasta el punto más alto, y tu... y tu, con orgullo, clavas la bandera de conquista en su cumbre, mimetizándote con las luces opacas, sintiendo el placer más repugnante y maloliente de las perfectamente estúpidas interpretaciones de la equivocación; te inclinas y levantas el pecho con la misma MALDITA ARROGANCIA.

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Algunos son así, y no cambian ni siquiera ante las pruebas más evidentes y sustanciales de su mal actitud. La irracionalidad del estúpido, que "ante cualquier sabiduría práctica, estalla".
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