En esta ocasión Euristeo ordenó al héroe que capturase vivo a un enorme jabalí que devastaba los bosques de Erimanto.
Cuando iba en pos del animal, Heracles se hospedó con el centauro Folo y se vio obligado a participar en una refriega con los centauros. Después continuó su búsqueda, persiguió al animal hasta que consiguió agotarle dándole caza en una zona nevada, allí lo ató con cadenas, se lo cargó en los hombros y regresó a Micenas.
Euristeo aterrorizado ante la vista del jabalí, corrió a refugiarse en una jarra que tenía para tal fin.


Las zarzas y animales en peligro de extinción
como gotas que al caer, te arrastran al vacío,
galerías, laberintos...
Y las nubes se elevan pese a la absurda abstinencia,
así el oleaje mece las sirenas que se ocultan mar adentro,
siendo ciegas a los ojos del cielo.
Ya no existen luceros...
Cuando el héroe despierta y el cielo clama
las venganzas por un pasado que naufragó en las costas
de la calma y de las auroras.
El héroe venció en la obscuridad
y arremete el fuego contra su alma,
sin ayuda de los cielos, ciegos a su muerte,
grita en silencio, llama a las sirenas,
pero las sirenas callan...
Pero las sirenas no se atreven a salir...





*Nota : No pretendo en este poema describir la historia del jabalí de Erimanto, sino que, utilizando la simbología, describir cómo es el presente, desde el punto de vista de un ocultista. Todo cuanto aquí leeis es simbología. Que los lectores saquen conclusiones.