Controlando tus emociones para supervivir,
morir cada dia al encender la mecha de nuestras palabras.
Descubrir empañando cada mota de polvo, en cada
gramo de aire, tension, apariencia y temor a despertar del letargo, a respirar.
A llenar los poros; impregnarlos de la verdad silenciada que tiempo ha ya abadonamos.
Llorar en caida libre, reir sin mentir al ambiente, gritar cortando el aire turbio de almidón.
Desglosar cada paso, mimarlo como a una medalla.
El error es un padre severo, pero cálido. Demonio que no duda en volver sobre sus pasos a recordarnos, no siete, sino setenta veces siete, aquellos detalles que borrariamos si el tiempo, médico en su fiel faceta, de vocacion cambiente, tambien de profeta, nos dejase.
Y dudar (¿Por que no?) de todo aquello que nos obligaron a elegir, emborrachándonos de historias y falsas promesas.
Cálidas frases coherentes salidas de nuestros labios, y que no son sino estallidos incontrolados de lucidez, que lucha por volar, por enfrentarsae a la razón que nos asfixia, espíritu y corazón que nos hablan de libertad. |