Esa tarde era la número 4321, era especial... ¿o no ves el orden de los números? ¿4-3-2-1?... ¿acaso para ti es estúpido?... bueno, para él no lo era... esa tarde quiso dedicarse a mirar el césped... notó que unos cuantos bichos rodeaban a una flor, quizás con intenciones de hacerle daño, entonces cogió un palito que se encontraba cerca y comenzó a moverlos hacia la orilla... se dio cuenta de que la pobre planta tenía sus hojas roídas... esa tarde estuvo llorando 32 minutos... récord que anotó en su cuaderno favorito, ¿favorito?, bueno, el único que tenía... si abrías ese cuaderno entrabas a otro mundo, una mente llena de fantasías, cuentos con hadas y flores que hablaban... las figuras que dibujaba carecían de forma, cualquier persona hubiese dicho "este es un niño retrasado haciendo rayas"... pero no, era una mente capaz de volar mucho más alto que cualquiera, esas no eran rayas... eran mundos, personas... y siempre las llenaba de color hasta gastar todos los lápices de cera...
Esa tarde, como muchas, fue junto a su madre al centro, al pasar al supermercado el guardia lo miraba como examinándolo, pero a él no le importaba, el aún seguía en su propio mundo... al llegar al pasillo en donde se encontraban los lápices empezó a armar gran alboroto, como siempre, su madre le tuvo que llevar una caja con la mayor variedad de colores. Al llegar a la caja se percató de que a su lado se encontraba una niña junto a unas personas, que entonaban felizmente "cumpleaños feliz..." y le entregaban a la pequeña un enorme regalo... él, uniéndose a la celebración fue a cantar junto a ellos... de sus delgados labios salió con entusiasmo parte de la canción, y intentaba con su anómalo cuerpo hacer unos pasos de baile, entonces en uno de sus bruscos movimientos golpeó el regalo sin intención...el silencio cayó como un relámpago, y toda mirada fue dirigida hacia él... el supermercado había quedado en completo suspenso... pero él, como siempre, seguía en su mundo, y ahora entonaba con más fervor la canción... la niña había empezado a llorar y las personas que la rodeaban le repetían "no te preocupes, si es enfermito..."su madre, acostumbrada a este tipo de situaciones lo tomó fuertemente del brazo y lo sacó del lugar... en sus ojos cansados se veían unas lágrimas con intenciones de caer, pero ella se negaba rotundamente... él, simplemente estaba ausente de la situación... aún estaba jugando en su mundo, y disfrutando de la dicha de poseer nuevos lápices de cera...
Al llegar a la casa él se dirigió directamente al patio, a revisar su reciente descubrimiento..."la flor"... esta aún se encontraba libre de bicharracos, así que se quedó quieto observándola... la planta no tenía nada muy especial, era una margarita de aspecto viejo, llena de defectos... pero era la más grande... su tamaño no se comparaba con ninguna de las margaritas perfectas que la rodeaban... esa flor era como él...
Comenzó a caer el atardecer, el cielo tenía ese toque rojizo que se da cuando se empieza a confundir el día y la noche, él se encontraba probando sus nuevos lápices, y su hermana llegaba del colegio contando las tantas aventuras que había vivido este día, pero él miraba atónito el cielo… el colegio, fiestas y amigos eran palabras completamente alejadas de su realidad... su mundo parecía tan diminuto... madre, hermana, lápices, cuaderno y ahora una flor... pero nadie podía imaginarse el gran universo que habitaba en su cabeza... un universo en donde contaba tardes con cifras imaginarias...
Pero esta tarde era especial, debía ser especial... bueno, esta tarde fue especial...
Sus ojos comenzaron a quedarse plasmados en el paisaje, su cuerpo empezó a perder sus nerviosos movimientos... en su rostro se dibujó una dulce sonrisa...
Su cuerpo se encontró inerte a las 7:30 p.m. en el jardín...
En su cuaderno se encontraba dibujada perfectamente una margarita...