Raúl iba pasivamente manejando su moto en la autopista. De pronto empezó a llover. Al principio era leve, más luego se intensificó convirtiéndose en una tormenta. Él tuvo que parar, pero curiosamente cerca a su casa. Seguía lloviendo -ta, ta, ta- sonaban las gotas de lluvia al chocar con las tejas viejas de las casas. -Ckauch- sonaban los rayos que se prolongaban por el infinito... Él estaba allí mojándose, intentando abrir la puerta, pero su llave no lograba calzar en la cerradura... -ta,ta,ta- ckauch- ta,ta,ta-ckauch-... pero sus esfuerzos eran en vano -al menos eso parecía- hasta que su pequeñísima Pekinés le logró oír y empezó a ladrar. Por ende, su abuelita -¡milagro! porque era casi sorda- le abrió la puerta para que entrara a la casa. Subió las escaleras, entró a su cuarto, se sentó en una orilla de su cama y tomó el saxofón en sus manos. Empezó a producir melodía... una melodía nostálgica -daban ganas de llorar con tan sólo oírla- ya que ese día esperaba deleitar sus ojos de pinticas de caña biche con la figura de su "princesita" : la mujer que tanto amaba. Compuso una canción dedicada a Ella. En su mente imaginaba que sus notas, con el viento de la tormenta llegarían a los oídos de Lorena, "su princesita", la niña que con una sonrisa había robado su corazón.
Él estaba allí solo, melancólico, nostálgico. Dirigió su mirada -creo que llovía más en sus ojos que afuera- hacia la ventana. Allí, misteriosamente se posa una gran nube -hermosa, como Ella-. Empieza el jugueteo de sus ojos con aquel cuadro: su ventana, la nube. Él se queda extaciado. Aquella imagen -al principio amorfa- había reencarnado el rostro de Lorena... abruptamente paró su música. Tuvo tanta conmoción que vió, pensó y sintió que aquella nube había logrado invadir tanto su ser... ¡se había enamorado de ella! ¡la nube!.. su mente, su cuerpo y sus sentidos conocieron el éxtasis...
Ring, ring, sonó su teléfono... ¡pach!, parpadeó e inmediatamente contestó. Era ella -su princesita- Lorena, la mujer que hacia unos instantes se había convertido en una nube. Miró hacia la ventana y aquel panorama había desaparecido. Dejaron de sonar los ta,ta,ta del choque de las gotas de lluvia en las tejas viejas de los techos y los ckauch de los rayos... se dió cuenta entonces que no estaba enamorado de la nube sino de su "princesita", de Lorena; de la esencia de Ella que siempre rondaba en el consciente y en el subconsciente de él. Pero Ella con un tono irónico le dijo: Raúl, lo siento mucho. Ya no quiero ser tu novia, ya no te quiero...
Volvieron los ta,ta,ta y los ckauch de la tormenta y él se quedó allí solo, melancólico, nostálgico. |