Intentando matar en un salón de reuniones
Esa noche él no durmió nada, pensando en la bochornosa escena del día siguiente. Sería protagonista (de principio a fin) en un intento de suicidio en el baño de un salón de reuniones elegante.
En esa mañana, pensada anticipadamente sangrienta por Armando Fuentes, se realizó el encuentro internacional de economistas. Armando estaba semidormido y sólo asentía con la cabeza cada ponencia. Pensó en un intervalo que ya no tenía edad para quedarse despierto toda la noche y la mañana siguiente, también pensó otra vez en lo que debía hacer: quitarse la vida.
Con el sueño olvidó cuál era el motivo de su catártica decisión; pero tenía un arma en el bolsillo, unas cuantas balas y un plan; siempre era correcto para Armando terminar lo planificado, más si tenía una buena estructura de fondo.
Las cifras y estadísticas pasaban una a una, y de rato en rato recibía codazos de sus colegas pidiéndole que no se duerma. Había demasiada gente y demasiada hipocresía, demasiado protocolo; y una señora pisó el pié de Armando por descuido despertándolo definitivamente. Él transpiraba y tenía escalofríos mientras miraba alrededor: el lugar estaba lleno de periodistas entrevistando, la gente poco a poco comenzaba a irse, seguramente a almorzar al restaurante del centro de reuniones.
Ya eran las 12:00 del medio día y Armando se levantó, no respondía al llamado de sus compañeros, sólo caminó recto y sin detenerse hasta el baño y cerró la puerta con el cerrojo. Sacó el arma de su bolsillo, aún estaba fría y pesada. Disparó.
El ruido se escuchó muy fuerte en todo el salón. Algunos periodistas empezaron a hacer llamadas de todo tipo, otros preguntaban al guardia de seguridad que estaba igual de confundido, como todo el mundo en ese momento, y después.
Aproximadamente a 60 segundos del disparo, se escuchó una segunda detonación e inmediatamente después se abrió la puerta del baño. Un hombre salió corriendo con dirección al centro de la sala de reuniones y subió a la tarima, era aún Armando, aún vivo. En unos minutos un canal de televisión empezaba a trasmitir el hecho en directo, pero no tuvo tiempo de grabar nada porque Armando disparó por tercera vez.
Volaron los pedazos del retro-proyector y algunos micrófonos. Luego, sin dejar de apuntar a la gente salió del salón hacia el estacionamiento, subió a su auto y se fue.
Hoy Armando no puede dormir pensando en la bochornosa escena de ayer. Fue el protagonista de un intento de homicidio, la policía le busca. Aquel momento, en el baño del salón, no pudo acordarse el motivo del suicidio, y empezó a creer que el arma y las balas tenían otro propósito.
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