“LA TABERNA “ CAPITULO 4
Después de haber alzado mi copa, ya la última pensaba yo de esa noche, y en el preciso instante que las comisuras de mis labios empezaban a empaparse de la pócima del olvido y la complacencia es que la veo entrar, ella una mujer de casi mi edad, esbelta, hermosa, ojos grandes y profundos, cabellos rizados sobre sus hombros hilados de azabache, casi no pude mirarle nuevamente hasta pasados unos largos segundos y cuando justo se sentaba en una mesa frente a la que yo estaba, su mirada, que solo desde su mesa a la mía la interceptaba un espeso humo de cigarrillos era una especie de filo a mis ojos, desde ese momento me di cuenta que jamas la olvidaría y que el destino me había puesto una hermosa trampa a la que yo siempre querría caer.
Cuando le vuelvo a mirar me doy cuenta que no había llegado sola a la taberna y que su galán estaba como yo, hipnotizado por su gran belleza y su profunda y filosa mirada.
¡ Tráigame otra copa! digo a la mesera , mientras nervioso miraba a quien había , sin yo sospecharlo, empezado a entrar en mi vida por mis ojos y saldría mas tarde por mi corazón haciéndolo pedazos, pedazos que jamás podría volver a unir.
Todo lo que estaba pasando por mi mente en ese momento no era nuevo para mí, lo había soñado despierto muchas veces. Con otra copa en mi cuerpo podía visualizar desde la corta distancia que nos separaba, unos hermosos y sugerentes pómulos salientes además de unos pronunciados labios, que yo bien sabia que era uno de los tantos signos de la mujer amante y que aun cuando una recatada mujer quisiera ocultar, los hombres que hemos vivido y desvivido nuestras vidas sabemos apreciar, y siempre sabiendo que la naturaleza deja ver casi sutilmente la sensualidad de una mujer en unos rasgos que pronto en la oscuridad de la noche y en el fuego de las caricias parecen mostrarse en todo su esplendor, rasgos que nunca dejo de advertir, pues son la mejor invitación que un hombre puede recibir de la naturaleza, jamás una mujer sobre la tierra podrá ir contra ella.
Al ver a mí alrededor casi no podía entender lo abstraídos que estaban todos los parroquianos, de la historia que recién comenzaba para mí, pues en una mesa, casi junto a la que yo me encontraba, habían tres hombres bebiendo cerveza y sus risotadas parecía que intentaban desconcentrar mi atención en tan llamativa y particular mujer, el lugar que tantas veces me había esperado con sus puertas abiertas hasta avanzadas horas de la noche y que me había servido de refugio en difíciles noches de soledad, ahora me parecía que estaba apestado de gente, todas las mesas estaban con personas que creo, disfrutaban de un hombre y una mujer que tocaban unas guitarras y cantaban canciones que nunca escuché, habían parejas que tomadas de las manos y muy juntas pareciera se prometían el cielo y todo el universo y sus apasionados besos me parecían la antesala de secretos y hermosos juegos de amor que pronto disfrutarían, como yo tantas veces lo había vivido y que ahora tristemente sólo recordaba y anhelaba, justo frente a mí estaba quién los protagonizaría más temprano que tarde.
Cada vez que le miraba, ella me miraba fijamente y la profundidad de sus grandes ojos verdes me atravesaba el cuerpo entero, como si sola estuviese y sin importarle su compañero, seguramente ocasional, que a ratos parece que hablara solo, me seguía mirando fijamente, al movimiento de sus largas y delgadas manos le seguía su sensual boca de rojos labios que cuando se abrían dejaban ver unos hermosos y blancos dientes muy ordenados en una perfecta sonrisa de intensidad sugerente; de pronto, como un acto reflejo, levantó su mano y llamó a la mesera que a su lado parecía una caricatura de mal gusto, algo le habló y a los pocos minutos ya tenía en su mano otra "Primavera" que sorbo a sorbo fue acabando con mágica sensualidad.
Muchas veces en mis pensamientos y recuerdos de vivencias pasadas analizaba a la mujer desde el punto de vista de la sensualidad y siempre impresionado de la enorme capacidad de ellas de manejar todo su entorno con sus delicados modales y movimientos casi felinos y la sutileza natural de la cuál son únicas dueñas, pero nada puede acompañar mejor a tan indomables ejemplares que la gran capacidad amatoria que poseen, por eso digo indomables. La vida me ha enseñado que las mujeres hacen de sus vestidos una verdadera jaula y cuando salen de ellos son impensables e inimaginables casi salvajes, pero también me ha enseñado que algunas mujeres nunca quieren salir de sus vestidos y cuando ya lo hacen, han perdido la mitad de su vida, pero en el afán de recuperar las excitantes noches perdidas, hacen de las camas historias perfectas e inolvidables para un sibarita como yo.
Ya habían pasado casi tres horas desde el momento en que esa hermosa y especial mujer estaba conquistando sin proponérselo tal vez, mí corazón y mí alma, sin embargo, pronto tendría que irse del lugar y nunca la volvería a ver, eso me tenía muy angustiado pues en mi fuero interno yo quería que nunca se levantase de aquella mesa. Ya los asistentes empezaban a retirarse, algunos más unidos que antes a sus parejas y los otros dibujaban en su rostro el no haber obtenido de esa noche el resultado esperado, con sorpresa y cuando pensé que ya pedirían su cuenta, el hombre que le acompañaba, con un gesto llamó a la mesera y con una prisa que denotaba las ganas de cerrar el boliche ella le trajo dos tragos más, mi alegría fue tan evidente que cuando la miré nuevamente, ella esbozo una cálida sonrisa, yo en un gesto de complicidad a los pocos minutos tenía otro vaso en mi mano, me miró nuevamente y otra sonrisa pero ahora mucho más elocuente que la anterior me estaba regalando, su acompañante de pronto voltea su rostro y me mira con un gesto que no me pareció amigable, como si leyera mis fogosos pensamientos que yo tenía con su hermosa compañera.
De pronto veo que el reloj marcaba pasadas las cinco de la madrugada, en ese momento el galán pide la cuenta a la mesera que esperaba con ansiedad y mucho sueño al parecer, solo quedábamos nosotros en ese lugar, cuando esta se acercó a la mesa el galán le preguntó algo, después de la descortés indicación subió unas escaleras que crujían y se perdió por los minutos precisos para que pasara lo que esperaba sin sospecha.
De su cartera la mujer extrajo con delicadeza una pluma y una tarjeta, en la cuál después de mirarme un instante algo escribió, acto seguido la mesera me la entregaba, justo en ese momento el hombre que ahora de pie me parecía más grande y corpulento pasaba por mi lado de vuelta del baño, tomaba a su dama del brazo y salían de la taberna.
Después que ya habían salido del bar y yo de mi sorpresa, leí las cinco mágicas palabras que a contar de ese momento revolucionarían mi vida, el texto era preciso: “ espérame aquí el próximo viernes “.
Tomé mi abrigo y sombrero negro atuendo inseparable en mis noches y mudos testigos de mil batallas perdidas o ganadas y pedí la cuenta , después de una maliciosa sonrisa de la mesera me retiré del lugar, el sol ya despuntaba con sus reflejos que molestaban mis ojos, pero ya nada me importaba, ni sueño tenía, sólo pensaba en el próximo viernes. Cuando llegué a casa me tiré en la cama y empecé a soñar despierto, encendí un cigarrillo y me puse a pensar en ella, ahora con más calma y libertad mis pensamientos fluían como las aguas de un río, mi mente ya la había desnudado y su figura era preciosa, volúmenes perfectos a mis ansiosas manos y perfectos ritmos en nuestros juegos de amor, así me quede dormido esa mañana y desperté cerca de las seis de la tarde de ese mismo día.
La semana que comenzó fue una mezcla de trabajo y pensamientos que me alejaban por instantes de mis obligaciones, pero así fueron pasando lentamente los días hasta llegar el tan esperado viernes. Ese día al levantarme y después de ducharme me puse el traje que con anticipación había elegido para tan importante ocasión, al momento de sentarme a desayunar, en un movimiento nervioso e involuntario, tiré la taza de café sobre mis claros y bien planchados pantalones, con la rabia por haberme estropeado el traje y con el ardor en las piernas fuí a mi habitación y me cambie de ropa que tardé unos minutos en elegir, me parecía que debía ponerme entonces algo mas casual como un pantalón blanco, una camisa azul, un saco muy moderno y unos zapatos deportivos pero a la vez elegantes como era mi costumbre de vestir, después, camino a la oficina, mi pensamiento se fué a un lado oscuro y no deseado, pensé por un momento lo del traje en el sentido que tal vez hubiese sido un aviso de que no debía asistir a ese compromiso, pero mi naturaleza no me permitía tales sugerencias, por lo tanto la deseche en pocos instantes, después de todo, no es común recibir una invitación tan franca como la que tenía en mi bolsillo, además la encontraba por esa sola razón un tanto peligrosa y eso a mi me gustaba, siempre desde niño me habían gustado los desafíos y jamas rehuía a uno.
Los minutos de ese día parecieron horas interminables, pero finalmente llegó la hora de partir, en el momento de subir a mi automóvil y después de tratar de hacerlo arrancar sin ningún resultado, me di cuenta que durante todo el día, mientras estaba en la oficina, se había descargado la batería, había dejado por algún error las luces encendidas y por supuesto la batería del auto estaba absolutamente descargada, ahora que necesitaba que los minutos pasaran lentamente para solucionar el problema estos pasaban muy rápido, ya se me hacia tarde, por lo que dejé cerrado mi automóvil y caminé hasta la próxima calle y cogí un taxi, que por un camino que yo no hubiese tomado me llevo hasta el lugar de destino, pero nuevamente entre mi nerviosismo me invadió el mismo pensamiento de esa mañana por el incidente del traje ¿sería lo de mi automóvil un nuevo aviso?.
Cuando me bajé del taxi observé con un gesto de despreocupación los estacionamientos del lugar para que nadie se diera cuenta lo que yo estaba observando, ningún automóvil más que el del propietario del bar estaba allí, yo conocía al propietario por un incidente que había ocurrido mucho tiempo antes en el que tuve que acompañarlo en su automóvil a la policía como testigo de defensa en su favor por la posible responsabilidad que él tenía en una riña en su local al tratar de separar a unos clientes que se habían peleado y que ya tenían el boliche todo destrozado, después de haber ido a declarar en la prefectura correspondiente me invitó a comer una muy buena carne que preparaba su esposa y unas cuantas botellas de vino que nos hicieron olvidar lo ocurrido, aún cuando mi puño seguía con mucho dolor por una especie de torcedura que me provocó el haberle tenido que dar un golpe al más porfiado de los clientes que no quería dejar de romper el lugar y todo lo que estuviese dentro de él, además, yo era un asiduo cliente del lugar y a veces cuando le llegaban Ostras muy frescas, siempre al momento de pedir un trago me enviaba con la mesera unas cuantas para que las probara, la mujer de este hombre fue muy amable conmigo desde el primer día que fui , aún no llevaba más de dos semanas de inaugurado el local y con muy poco público, entonces ella se acercó a mi mesa y me preguntó si tenía algunos amigos a quienes invitar para que su local no se viera tan desolado y que cobraría la mitad de la cuenta sólo por una vez si lograba llevar unos seis u ocho amigos, fue muy oportuna su invitación ya que dos semanas después hicimos una comida en la oficina y les sugerí a todos ir allí, por supuesto que no acepté el desmedido descuento que al momento de pagar la factura me estaba ofreciendo, desde ese momento la mujer que tenía un duro aspecto en su rostro, siendo una hermosa mujer y muy joven, cambió para mí y siempre me saludó con mucha deferencia, además de los parroquianos de siempre yo era el que tenía el aspecto más gentil y mi caballerosidad era un sello que jamás y pese a los tragos, desaparecía.
Al momento de entrar me doy cuenta que soy el primer cliente, después de saludar amablemente a la esposa del dueño y dos meseras, me acerco a la misma mesa del viernes anterior y pido un trago, diciendo a la mesera: "Por favor tráigame lo mismo de siempre", ella que sí era muy dulce y siempre me atendía, salvo que no estuviera como la semana anterior, me hizo la misma pregunta que regularmente me hacía: “ ¿Y Ud. otra vez sólo por aquí? “, a veces platicaba algo conmigo entre sus ires y veníres desde adentro con una bandeja que llevaba a los comensales que siempre algo necesitaban, yo en ese momento le hice un gesto de conformidad para no decirle lo distinta que esa noche podría ser para mí, ella era una mujer muy joven de unos expresivos ojos negros, de una dulce sonrisa que siempre tenía a flor de labios, extremadamente amable y siempre dejaba ver debajo de su corta falda unas perfectas piernas que al momento de caminar contorneaba unas caderas de excitante dimensión, sus firmes y redondos pechos que reafirmaban su juventud eran una hermosa tentación, su contextura era pequeña pero muy bien proporcionada, yo poco sabía de ella y diría que ella mucho de mí, pues siempre me estaba preguntando cosas que si otra persona me preguntará las habría encontrado un tanto impertinentes, pero viniendo de ella no me parecía ,su juventud hacía que mis malos pensamientos se alejaran de mi.
A cada momento se escuchaba la puerta de entrada cuando se abría pero llegaban personas y entre ellas no a quien yo esperaba ansiosa y nerviosamente a pesar de mi oficio, no sé por que esa noche tenía algo de particular, después de la segunda copa se abrió la puerta y como una corazonada distinta mis ojos se clavaron en la mujer que yo esperaba, en una rápida mirada me doy cuenta con la luz que de afuera venía, que era aún mas hermosa de lo que yo le había visto la otra noche, vestida con un traje precioso de color negro que dejaba mostrar coquetamente sus hermosos y bien redondeados hombros, unos maravillosos ojos estaban mirándome, cuando ya se acerco, me levante de mi silla y con voz pastosa le digo ¡ Te esperaba ansiosamente Pilar ¡ al menos ese nombre estaba escrito en su tarjeta. e invitándole a sentarse descorriendo su silla y tomando su abrigo que traía en el brazo para ponerlo delicadamente en una silla contigua, nos sentamos y nos miramos unos momentos sin pronunciar palabra, yo iba a decir algo cuando en ese preciso instante con una voz que jamas podré olvidar por su tono acariciante me dijo ¡ Sabes, nunca en mi vida había hecho lo que hice el otro día sólo fue un impulso y ahora me debo ir, vine sólo para no hacerte esperar, intente ubicar el teléfono de este lugar para avisarte y no lo encontré en la guía telefónica!, Cuándo escuche sus sinceras palabras me sentí morir, pero con mi gran fuerza interior reflejada seguramente en mis ojos y una expresión de locura le dije amablemente pero con mucha seguridad como era mi estilo, que al menos me acompañara con una copa, debe haberse impresionado con mi rostro de amargura cuando le dije eso y aceptó la melancólica invitación con un gesto, entonces la mesera amiga mía que sorprendida y curiosa me miraba, se acerco para tomar el pedido, en ese momento al preguntarle que trago le apetecía, me miró dulcemente y me dijo en unas palabras que a mí oído sonaron como hermosa música ¡ Si esa noche me observaste con tanta dedicación ya debías saber que es lo que bebo! vasto eso para que yo en una rápida reacción le dijera a la mesera que por favor trajera una primavera muy suave, a lo que Pilar agrego ¡ No muy suave esta noche por favor!, ya sentados, tímidamente saqué de mi bolsillo una servilleta de papel donde hacia pocos momentos antes de su llegada yo le había escrito unas líneas que no sabia hasta entonces si me atrevería a entregarle, ella tomó la arrugada servilleta y leyó:
“ Pilar, si acaso fuere pintor ya te hubiese pintado, pero con los óleos de mis sentidos que son de colores más vivos y duraderos que los de Miguel Angel en su acuarela, Si fuere escultor ya te hubiese esculpido, pero con el mármol de mis sentimientos que es más firme y suave que el de Da Vinci en sus manos, Si soy soñador ya te he soñado y eres la musa más perfecta que nadie haya pintado y la figura más hermosa que nadie haya esculpido”.
Mis primeras líneas para ella esa noche fueron yo diría la llave de una puerta secreta que comenzaría a abrirse lentamente con el correr de las horas, le dije casi con miedo que había vivido toda la semana un verdadero hechizo de amor pensando que la volvería a ver, desde ese momento nuestra conversación fue dando forma a lo que muchas mujeres no se atreven a aceptar, le estaba conquistando el corazón con mis mejores armas: mi escritura deslenguada, y la galantería de un seductor avezado, yo ya empezaba a tomar confianza nuevamente en mí mismo, hablamos de muchas cosas sueltas y divagamos de un tema a otro sin perder el hilo de la conversación, pero aún así yo no había podido llegar a la esencia de la extraña cita.
Ya un poco mas relajados empiezo a observarla con mucha detención mientras la conversación se ponía para ambos mucho más interesante, era una mujer de ideas muy claras y de mucha cultura, pero a la vez de una gran independencia, yo mientras ella me hablaba y encantaba con sus gestos y modales refinados además de su exquisita femineidad, me preguntaba que estaba haciendo ella en este lugar conmigo, entonces fue cuando ella en una forma de responder algo que yo solo me preguntaba por dentro y como si leyera mi mente me dijo ¡ No se por que, pero siempre he tenido la sensación que eres la persona que he buscado por siempre, a lo que yo agregue la pregunta de rigor y sin darme cuenta de lo que ella estaba diciendo: ¿Por qué lo dices? Entonces, ella hizo como un silencio y me dijo mirándome fijamente, tú a mis ojos eres el hombre de mis sueños y después de haber leído tan hermosas palabras, ahora sí que no podría ya separarse de ti, lo cuál a mí me parecía una exageración venido de alguien que recién me conocía, pero en fin yo necesitaba que algo así me dijera, volví entonces a mirarle fijamente y ella en un movimiento casi imperceptible me tomaba la mano, eso para mi fue como un signo secreto de aprobación, entonces yo apreté la suya suavemente pero por largos minutos, mientras nuestras miradas se cruzaban e incrustaban la una en la otra.
Casi toda la noche me pareció que rehuía a mis preguntas cuando estas apuntaban a saber de su vida privada, sistemáticamente las eludía con verdadera astucia y particular hermetismo, pero yo sabía que en algún momento descubriría a tan misteriosa mujer, que a medida que avanzaba la noche me aprecia más cautivante.
Después de varios tragos, hermosas palabras y dulces gestos y mientras la noche empezaba a desaparecer llegaba también la hora de partir, yo no quería decirlo ni pensarlo pero era inevitable, en ese momento ella me dice que ha pasado una hermosa velada junto a mí pero que ya debemos retirarnos, es entonces que yo en un gesto casi involuntario y poco determinado llamó a la mesera y le pido la cuenta, que a los pocos minutos amablemente me entregaba, sin más trámite y al momento de despedirnos de la que tan bien nos había atendido, con una voz muy suave y casi imperceptible me dice: ¡Suerte!, no me hubiese parecido extraña esa palabra de buena intención si es que al momento de pronunciarla al ver sus ojos no me hubiera dado cuenta de la tristeza de su mirada.
Una vez fuera del lugar y dispuesto a llamar un taxi para llevarla a su casa como correspondía a un caballero como yo, ella me dice: Yo tengo mi auto en el estacionamiento así es que yo seré quién te lleve a casa esta noche, efectivamente en el estacionamiento quedaban unos pocos automóviles y al que nos subiríamos era un BMW último modelo que más me hacía pensar lo extraño de la situación, y volvería a preguntarme que hacía una mujer como ella en ese lugar a esas horas de la madrugada y con un hombre como yo, entonces sin preguntarme donde yo vivía y sin pronunciar palabra en todo el corto trayecto fue enfilando su lujoso automóvil por la dirección correcta y en pocos minutos estabamos en la puerta del edificio en donde yo exactamente vivía, mi sorpresa fue evidente y quise preguntarle como sabía mi dirección, pero antes que yo balbuceara la primera palabra ella me miró y me dijo: “En la vida nada es casualidad, nunca lo olvides”, eso a mí me pareció casi un insulto, pero no acababa de salir de mi sorpresa cuando agregó: “Soñé esta noche muchas veces contigo, pero en ese sueño siempre antes de bajarte de mi automóvil me dabas un apasionado beso”, sin más palabras y reaccionando con un dejo de confusión me acerque a ella suavemente y muy apasionadamente la bese por largos instantes, una vez terminado tan sutilmente pedido beso ella con un movimiento de sus delicados dedos y apretando un botón hizo que el seguro de mí puerta se abriera, a lo cuál acto seguido yo descendí en una autómata acción, ya estaba fuera de su auto y a punto de cerrar su puerta, cuando en ese momento reaccioné y le pregunte con voz baja e insegura: ¿Cuándo te volveré a ver? a lo que ella respondió: “ Ya he contestado tu pregunta sólo tienes que abrir el sobre”, cerré su puerta, encendió el motor y rauda se alejó.
Saqué de mi bolsillo la llave y sin dejar de mirar las pequeñas luces del auto que se alejaba abrí la puerta principal del edificio y caminé hasta el ascensor mientras pensaba que me habría querido decir, cuando ya estaba en el piso de mi departamento y al momento de abrir la puerta me doy cuenta que en la alfombra y debajo de la puerta había un sobre que recogí en un acto casi reflejo, al momento de abrirlo y con verdadera sorpresa leo lo siguiente: “ Te espero a la hora de la cena del día martes trece y con traje formal en la calle Bahía número 7846” Besos Pilar.
Me sentía muy extraño y por momentos pensaba aún con la nota en la mano que la belleza de esta mujer había sido sobrepasada por su singular forma de ser, esa noche o lo que quedaba de ella no pude conciliar el sueño, ¿qué es lo que me estaba pasando? era mi pregunta recurrente, ¿Cómo habría sabido mi dirección? ¿por qué me habría dicho lo que se me paso por alto y que ahora recién advertía cuando me dijo que siempre había pensado que yo era el hombre de sus sueños? , todo era muy confuso y ahora me estaba sintiendo casi como un objeto de esa misteriosa mujer pero no por eso menos hermosa.
A la mañana siguiente me despierta el timbre del teléfono, al momento de contestar, mi corazón casi deja de palpitar, era Pilar que con su dulce voz me dice: “ ¿Aceptarás mi invitación?”, en ese instante y con una voz un tanto descortés le digo: quiero ahora una explicación a todo lo que esta pasando, a lo que ella dice: “La respuesta la tendrás sólo en la cena del próximo martes”, cuando intente increparla nuevamente ya me había cortado el teléfono, ¿Quién era ella para hacerme esto? ¿Cómo sabía mi número telefónico?.
Ese fin de semana me la pase pensando en todo lo que me estaba ocurriendo y muchas veces pense en no asistir a la extraña cena del día martes, pero por otro lado no quería quedarme con la respuesta inconclusa a tan extraña situación y además sentía la imperiosa necesidad de descubrir a la misteriosa mujer.
Ese día martes me levante muy temprano, debía preparar dos informes en mi oficina y por la tarde tendría que exponer un proyecto que de resultar sería muy importante para la empresa en la cuál yo era su Gerente Comercial, en realidad un día muy agitado para empezar y no sabía como iba a terminar, a eso de las 19:30 horas tomé mi automóvil y me dirigí a la dirección escrita en la esquela del sobre, una vez encontrada la calle que quedaba en la parte alta de la ciudad empece a subir y a juzgar por el número aún me quedaban muchas cuadras por recorrer, cuando llegué a la dirección Bahía 7846 me encuentro con un edificio que tenía una gran placa de bronce en donde se leía; “ HOTEL EL GRAN EMPERADOR “, en realidad mientras conducía mi automóvil hasta esa dirección imagine muchas cosas menos que este nuevo encuentro sería en un lujoso hotel, en el momento en que iba a estacionar se acerco un hombre con una especie de abrigo color caqui, con un sombrero de copa y unos zapatos negros con ribetes blancos que casi me dan risa, y con un ademán que rayaba en la cortesía me pidió las llaves del auto para estacionarlo, a lo que yo accedí como si conociera el tramite, al bajarme del vehículo y caminar hasta la puerta de entrada, otro hombre vestido de la misma forma me abrió la puerta y me dijo con extrema educación: “ Por favor tenga Ud. la bondad de pasar al comedor, su mesa le espera y avisaré al momento a la señora que Ud. ha llegado “, caminé al comedor por un largo pasillo acompañado de un hombre vestido de perfecta etiqueta, el corredor estaba lujosamente decorado y cada cuantos metros había columnas y estatuas griegas o romanas de porte natural en mármol de blanco perfecto, una vez en el comedor otro hombre me presento al metre y éste al que sería responsable incondicional de atender mi mesa, con un nuevo ademán éste último me llevó a la mesa, al momento de sentarme veo un coqueto cartelito que decía Sr. y Sra. Miller, después de un momento y saliendo de mi sorpresa miro a mi alrededor y el lugar era bellísimo, en sus paredes colgaban cuadros de afamados pintores y sus lámparas eran de extremada finesa, no alcanzo a salir de mi impresión cuando veo que viene hacia mi mesa la supuesta Sra. Miller acompañada de dos hombres que al momento descorrieron la silla que estaba a mi lado derecho y le ofrecieron asiento, ella que lucía un hermoso vestido blanco muy ceñido a su cuerpo y que delineaba su perfecta figura, se sentó mirándome con mucha naturalidad, al momento de alejarse los que le habían acompañado hasta la mesa me dijo con una extraña sonrisa: “ En mi segundo sueño te vi sentado aquí y de esa forma vestido, claro que hoy me pareces mucho más hermoso y atractivo que en ese sueño”.
A los pocos minutos se acerco quién nos atendería y nos invitó a ordenar, acto seguido y después de leer la carta hicimos el pedido, lo primero un aperitivo el que nos hizo al menos a mi salir del aturdimiento, para empezar a conversar, al mirarla ella estaba yo diría mas hermosa que las otras dos veces anteriores que le había visto sus verdes ojos eran aún más claros y expresivos, tal vez la luminosidad del lugar hacía resaltar su extrema belleza, sus labios ahora de rojo más discreto y su perfecta belleza me tenían sin habla, con su desenvoltura natural me toma la mano y me dice: “ Cuanto he esperado este momento, te prometo tendrás una noche jamás vivida y te aseguro pensarás que sueñas, no despiertes nunca por favor “, en ese momento llegó nuestro pedido, exquisitos platos empezamos a degustar, todos perfectamente decorados y bien presentados, el lugar estaba repleto de gente elegante que yo pensaba en mi provinciana inseguridad me observaban, con el correr de los minutos y con varios tragos a mí haber me fui despreocupando de mi entorno y centré toda mi atención en quién me deslumbraba a cada momento con sus halagadores comentarios de lo atractivo que yo le parecía.
Quise en un momento empezar a dilucidar mis legitimas dudas a lo que ella rápidamente reaccionó y me dijo: “Quiero disfrutarte cada momento de esta noche, cada segundo, por favor no seas impaciente aún no termina nuestra tercera noche, sólo recién comienza”, bueno yo ya estaba un poco sedado con tantas y delicadas atenciones de mi espectacular anfitriona por lo tanto seguí disfrutando de la hermosa compañía que a momentos hablaba cosas que yo no entendía pero muy profundas creo, ya pasaba de la medianoche y cuando tomaba el café ella me miró intensamente y me dijo: “ Espero te guste mi habitación la he escogido especialmente para ti “, mi sorpresa fue mayor al escuchar esas palabras, pero ya me sentía tan envuelto en su juego que le dije sin demora: “ Todo lo que tu hagas, será perfecto para mi, solo tienes que hacerlo“ , levanto su mano y el mozo en un rápido acto aparece en escena y como si leyera su pensamiento le descorre su silla y luego la mía , intento en ese momento pedir la cuenta de la cena y ella con la locura en su rostro me dice: “ Yo te he invitado, por favor no me insultes con tu billetera , además llevo aquí en este hotel cuatro meses y pienso quedarme por mas tiempo y por si no lo sabes la cuenta del hotel la pagaré cuando me retire como corresponde a una persona como yo “ , dicho esto me tomo la mano y avanzamos por un pasillo que conducía al ascensor, el que nos esperaba con las puertas abiertas y un etiquetado que sin preguntar apretó el botón que marcaba el número 21 , a los pocos instantes el ascensor abría sus puertas y nos dejaba absolutamente solos en el piso 21 , justo frente, la habitación 211 , ella saco una llave de su bolso y la inserto en la cerradura y con una sonrisa especial en sus labios me dijo: “ Ahora que la llave esta puesta, tú debes girarla de ese modo te haré responsable de lo que pase, sólo gírala si quieres entrar ,de lo contrario te llamaré el ascensor para que te marches“, yo sentí en ese momento que me estaba pisoteando por lo tanto en un rápido y bien decidido movimiento giré la llave, la puerta se abrió y entramos en la habitación, como si hubiese ganado una batalla al mejor estilo Napoleónico me miró y esbozo una sonrisa que me pareció un tanto malévola, la habitación era maravillosa por decir lo menos, mis zapatos se perdían en la profundidad de la alfombra, los muebles eran casi presidenciales, en ese momento y antes que me alcanzara a dar cuenta de lo fastuoso de la sala , me tomo la mano y me llevo lentamente pero de forma segura al espacioso dormitorio , al momento de entrar lo primero que veo es una cama lujosamente alhajada y con un velo que la rodeaba como si fuera un aposento de alguna reina, parece que la emoción me delató, pues en ese momento me rodeo con sus brazos y me beso diciendo: “ Sabía que te encantaría , seré tu reina esta noche “ , acto seguido me pidió que abriera una botella de champaña , después de servir las dos copas de cristal y al momento de poner una de ellas es su mano me dice: “ En esta copa no solo beberás la champaña , sino también mi amor y para siempre “, hicimos un extraño salud y nos besamos.
¡ continuará ¡
Patricio Ignacio Fernández
Patriciofer@terra.cl
A los amables que han leído mis cuentos se habrán fijado que tienen número de capitulo y eso es por que estoy escribiendo un libro con varios capítulos , y los trozos que he publicado en “ loscuentos.net “ forman parte de ese libro que estoy escribiendo , este capitulo en particular no lo he terminado por lo tanto pido disculpas por enviarlo así , pero es que siento la necesidad de compartirlo con Uds. Gracias nuevamente por el apoyo que he recibido de parte de Uds. Para seguir escribiendo.
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