Santa Rita, Rita, Rita
lo que se da
ya no se quita.
Quiero huir de ello
como el pulgón
de la mariquita.
Esta gracia te pido:
matemáticas aprobar
Si no me la has concedido,
¿cómo las voy a quitar?
Santa Rita, Rita, Rita,
lo que me dan,
me lo quitas;
pues tantas penas grandes
no soy capaz de llevar,
quítamelas cuanto antes;
te lleno de flores el altar.
Si no me las quito ni yo
¿quién me las puede quitar?
Santa Rita, Rita, Rita...
por favor, ¿me las quitas?
Y perdón por mi manera de rezar.
Entonces la adolescente gafuda plegó el papelito y se lo metió en el bolsillo de su rancia chaqueta de pana. Dirigióse muy ufana a San Agustín. Cruzó el pórtico como quien cruza las puertas del Paraíso y buscó el altar de Santa Rita, patrona de los Imposibles. Sacó el papelito y lo disimuló en un ramo a los pies de la santa. Orgullosa de su gesto, que más que un gesto era una gesta debido a su condición por aquel entonces agnóstica, se fue a tomar una copa para celebrarlo.
- Evidentemente suspendió el exámen de matemáticas, y no sólo eso, sino que para más INRI, las llevó colgando dos años más.
- Santa Rita todavía se está riendo.
Moraleja: Si no sabes hacer poesía decente, dedícate a plantar berenjenas en el campo o trata de practicar algún deporte de riesgo. |