La música estremece el interior de la disco, siento que me deslizo entre colores, el aquelarre colectivo está en su apogeo, mi mente es un desastre, la escena que me rodea se asemeja a un comic grotesco, me apoyo con dificultad en una columna iluminada, súbitos espasmos y vómitos estremecen mi cuerpo, la fiesta continua...
Me acerco decidido y la invito a bailar, me dice que se llama Valeria, nos envuelve la melodiosa voz pedofila de Michael Jackson con su tema “Rock with you”, me excito con rapidez, la muy maraca me pide que le compre un trago, sólo pienso en pisármela. El huevón tiene una cara de caliente, espero que me consiga el trago que le pedí, no le creo que se llame Claudio, todos los huevones cuicos mienten, se le nota a la legua que quiere hacerme chupete. Es una noche más de disco, los jóvenes se divierten sin pudor, mientras la ciudad duerme.
El escenario es una disco de la periferia de una célebre ciudad del primer mundo, la época es mediados de la década de los noventa del siglo pasado, los actores son emigrantes del mundo subdesarrollado. La trama es la siguiente: los diferentes grupos de marginales presentes beben, se drogan y bailan al compás de la música latina; en ocasiones el carrete es interrumpido por rudas peleas que son detenidas por los guardias del recinto, al amanecer encuentran el cadáver de un joven peruano apuñalado en un baño. Este último hecho provoca el desenlace del drama, el cierre definitivo del local y por consecuencia que los desplazados que asistían a esa discoteca, tengan que emigrar una vez más en busca de un nuevo paraíso.
Lo más probable es que las historias de discoteca sean infinitas, con seguridad en este preciso momento en que escribo estas letras estén en pleno desarrollo muchas de ellas, por lo tanto no me queda otra cosa que proponerles que den rienda suelta a su imaginación y que ustedes terminen de escribir este relato. Hasta la vista, me voy a escuchar a Donna Summer. |