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El agudo detective Wells, sabueso de la mejor estirpe, con cientos de casos resueltos gracias a su experiencia y sagacidad, temido y respetado por la amplia gama de delincuentes que sabían de su talento, llegó a su hogar a las cuatro de la mañana. Su esposa dormía a pierna suelta, pero al momento de separar las cobijas, ella abrió sus ojos inquisidores.
-¿Dónde has estado?
-¿Donde habría de estar? Obvio que con los amigos.
La mujer se incorporó de un salto, se puso de pie delante de él y luego comenzó a pasearse.
-¿Con Lake, Friedmann y Bosch?
-Eso es, tu lo has dicho.
La mujer puso su dedo índice bajo la barbilla, signo inequívoco que trataba de desmenuzar la respuesta, para luego ponerla a disposición de sus perspicaces neuronas.
-Vamos por parte. Lake se retiró de la policía hace exactamente un mes.¿No es verdad?
-Si.
-Pues bien. Dijiste que se había marchado a las Islas Canarias a atender un negocio de su abuelo. ¿No es así?
-Por supuesto.
-Y de esto hace solo unos cuantos días. ¿Puedes explicarme entonces que hace de nuevo acá si me dijiste que el negocio requería de su presencia a tiempo completo?
-Este...
-Bueno, no nos apuremos y dejemos eso para más adelante. Por otra parte, Friedmann fue el que hace una semana se enemistó contigo por celos profesionales ¿No?
-Así es.
-Te cuento esto. Sucede que hace una hora me llamó el mismo en persona para decirme que se encuentra en una convención en Vancouver y que necesitaba hablar urgente contigo.
-Claro, por supuesto, se me olvidaba que viajó hace unas días. Debí confundirme.
-Ahora bien, es falso que me llamó y que ahora esté en Canadá, por lo que es obvio que nunca estuvo contigo. ¿Por qué entonces me mentiste?
-Me confundí, perdona…
-Aclaremos entonces lo de Bosch. Me dijiste que él es un tipo gordo y feo pero muy eficiente y que tiene una gran debilidad por las pastas.
-Eso te dije.
-Esta tarde llamé preguntando por el sargento Bosch y me dijeron que se encontraba almorzando con el capitán Wells, es decir, tú. Pregunté si regresarían luego y la secretaria me dijo entonces que la señorita Bosch tenía la tarde libre pero que el capitán regresaría a las seis de la tarde. ¿Qué tienes que decirme ahora?
-¡Ah! Bueno...sólo te puedo decir que temí a tus famosos ataques de celos. Bosch -por supuesto- es una hermosa chica que me fue encomendada para que trabajáramos en conjunto en varios casos a la vez. Pero es sólo una relación profesional, eso debes entenderlo...
-Temiste a mis celos que, por cierto, en este caso no son infundados puesto que utilizando las mismas técnicas tuyas, pude enterarme que esta noche cenarían ella y tú en el Restaurante Bolovoise.
-Este…
-Además investigué algo de su vida y me enteré que está separada hace dos años, que vive sola en un departamento arrendado, que es una excelente profesional y además que es rubia. Bueno, eso lo se ahora por ese cabello que brilla en la solapa de tu chaqueta.
-Madre mía.
-Además, a ella le gustan las verduras, asunto que a ti te saca de quicio porque eres un endemoniado carnívoro. Eso explica tu repentina delgadez, lo que me indica que tienes un romance con ella y para congraciarte, sigues su misma dieta. Bien, como yo soy una esposa muy comprensiva y previendo que estarías muerto de hambre, te preparé una rica carne al jugo para que la degustes más tarde. Mientras tanto, te dejo las siguientes pistas:
Madeleine Hunt
Harold Crunch
Aeropuerto
Las Bahamas
Gregory Aspen

Mientras se colocaba su pijama, Wells repasó las pistas dejadas por su esposa. Madeleine era la madre de su cónyuge; Harold Crunch ¿Quién era Harold Crunch? No podía recordarlo por ahora. Aeropuerto, Tahiti, hum, pudiera ser que su esposa quisiera tomarse algunas vacaciones, Gregory Aspen era su gimnasta, un mocetón de casi dos metros que atendía a su esposa en el gimnasio de la ciudad.

Ya habían transcurrido dos días de la partida de su mujer y Wells aún no resolvía el puzzle dejado por ella. Mientras tanto, Aspen la abrazaba y besaba amorosamente en el avión que los transportaba a ambos a los paradisíacos paisajes de Tahiti. Entretanto, Harold Crunch, el abogado, preparaba los documentos con la demanda de divorcio que presentaría después Madeleine Hunt en representación de su queridísima hija…









Texto agregado el 21-12-2004, y leído por 515 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
23-12-2004 ¡¡¡¡Excelente!!!!! No cabe duda que su mujer le daba cien vueltas al agudo detective Wells jejejeje yoria
22-12-2004 de acuerdo con Barrasus, es cierto anemona
22-12-2004 No existe mejor detective en el mundo que una esposa, está claro... barrasus
 
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