¿Porqué me abandonas?
¿Porqué te has ido?
¿Porqué has roto este cariño
que siempre por ti he sentido?
Es, ¿por que nunca me has querido?
¡Bien fingias que me amabas
cuando entre abrazos
te debatías briosa,
remedando los arrullos
de una gatita mimosa!
¿Por qué? ¡Dios! ¿Por qué?
¡Es pedernal, roca,
duro diamante,
ese corazón, que antes,
al consuno con el mío,
palpitaba anhelante
cantando dulce balada
de eterno amor,
en que cielo y tierra,
lluvia y viento,
cuerpo y alma
se fundían en el crisol
de un beso embriagador?
!Dime, de una vez!: ¿por qué?
¿Porque permites
que el fuego del averno,
la pena, angustia, dolor,
me corroan el alma
hasta obcecar mi razón?
¡Amarte fue mi alegría!;
¡adoré, como se adora a Dios!;
¡viví, porque tú vivías!
¡y pensé, que para los dos
sólo un alma existía!
Ahora que no te tengo
-¡desde ese aciago día!-
la pena ,ya no contengo
y desesperado, siento:
¿Si no comparto tu aliento?,
¡¡qué me importa ya la vida!!
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