La Habitación de Lucisatablio
Decidió al fin detenerse frente a la puerta, los primeros segundos fueron ocupados por dos toques y un silencio en el pasillo, como si todas las habitaciones cerradas estuvieran en espera de aquella respuesta, que fue ocupada por dos toques más y otro silencio un poco ingenuo. Nada
A esta hora ella siempre se encuentra en el hotel, metida en su habitación, tejiendo ruidos y murmullos que hacen parpadear las luces. Siente miedo, está en todo el derecho de sentir algo negativo en el momento. Hace falta que nadie lo sorprenda frente a la puerta numero 6, la habitación indebida, el detalle siniestro que posee este hotel escondido entre dos montañas. Si alguien lo ve ya sabe lo que va a decir, supongamos que aparece el señor de los bigotes quemados, el que siempre lee el periódico en voz alta para que todo el mundo escuche, incluyéndola a ella
- ¿Cómo anda Quimenes?
- Bien…espero que bien ¿Y usted Petrones?
- Yo…en ese momento puede que trague grandes cantidades de salivas o que trate de arrancarse una oreja o mirar los zapatos del señor Quimenes para que el caos se vuelva atractivo
- Vengo a hablar con ella, esta agonía debe terminar, no se de que forma pero ella tiene que callar a ese niño
- ¿Niño? ¿Acaso lo ha visto señor Petrones?
- No, pero su llanto no me deja dormir
- Perdóneme pero nadie en este hotel ha…
- …si, ya sé, yo soy el único, por eso he venido a hablarle
La cuestión es que nadie quiere caminar ahora por los pasillos, Petrónes espera a que aparezca el señor Quimenes y que el silencio termine. Vuelve a tocar más fuerte, el miedo aumenta. Lo primero que le dijeron de ella cuando preguntó, extraño al fin que recién llegaba al hotel fue que de la Dama del coche se puede esperar una incógnita sin fondo, tal ves oscura o casi siempre un sentimiento que te deja inconsciente por varios días hasta que al final decides marcharte del hotel con la mayor y mejor experiencia amarga en toda la vida. A Petrónes no le molestó la consecuencia de que quién se atreve a conocer a la Dama del coche, pero mas tarde comprendió que dormía justo al lado de su habitación y que por las noches un niño cantaba a gritos en su oído
Petrónes buscó un por ciento de valor y decidió abrir, violar la intimidad de una respuesta a expensas de encontrársela sentada en la cama o tras su espalda. Entra y deja la puerta abierta, cerrada le causa una sensación extraña, así puede ver cuando llegue y decirle que la esperaba, que se había encontrado la habitación abierta, tal ves pudiera disculparse e inmediatamente ir al grano, le explicaría que es una persona que disfruta mucho del sueño, que el comprende lo que es tener un bebé, hasta pudiera ayudarla, el conoce de algunos medicamentos inofensivos que…
Petrónes no se cansa de suponer momentos, algo debe de hacer para sustituir el temblor en las piernas o su respiración que se expande en ondas por las paredes
No se había percatado pero está dentro del misterio, del silencio sobre las cosas. Es una habitación como otra cualquiera, pudiera ser la suya, la cama en el mismo lugar, la ventana con el pedazo de paisaje que comparten desde la suya, la lampara que encendida le da un color familiar a las cortinas. A no ser aquel cuadro, con el coche en primer plano, en segundo un camino que se extiende a lo lejos
No hay señales de la existencia de algún niño, solo el coche que siempre va con ella
El único encuentro que ha tenido Petrónes con la Dama fue una tarde en el vestíbulo, ella pidió fuego con los ojos para un cigarro que apuntaba hacia Petrónes, las fosforera nunca encendió en sus manos, ni en las de ella. Se quedó con el cigarro virgen, contemplando la tarde casi muerta, haciendo pequeñas pausas con sorbos de té o masajes suaves en la nuca ¿y el coche? Siempre al lado, con una cortina sobre el mismo para que nadie pueda imaginarse el misterio
Petrónes abre las gavetas del tocador, fotos…
Dicen que ella parte todas las mañanas a una estación de trenes, donde espera largo rato. Dicen que da mala suerte seguirla, porque ella sabe cuando es espiada, de todos modos sus ojos llegan a cualquier rincón y uno no los ve, pero los siente. No se sabe lo que espera y cuando llega la tarde parte con el coche hacia el hotel
Muchas fotos, ninguna dedicada, sin colores, solo el blanco y el negro
Petrónes saca una. La Dama con un revólver en la boca y el coche
Otra pudiera ser, La Dama en la ventana sin una pierna y el coche
Y la última, La Dama observándote con mucho sosiego queriendo prestar la alegría que la Mona de Leonardo le robó, ah se me olvidaba y el coche…
Abre otra gaveta, cintas de video
La única persona que se atrevió abrir la cortina fue un antiguo huésped, que le insultaba que la Dama nunca dijera los buenos días, ni que hablara de la guerra, ni que lo felicitara por el éxito de su libro. La abrió y a los pocos segundos la volvió a cerrar, ese día nadie estaba de testigo, cada cual cerró la puerta de su habitación y silencio. Aquel señor estuvo llorando toda la noche hasta el amanecer, lo tuvieron que internar porque las lágrimas lo dejaron inconsciente por varios días. Cuando estuvo bien se fue del hotel
Petrónes introduce una cinta en el video
Ella frente a la cámara, o mejor aún, frente a Petrónes. Está tan cerca que solo hay espacio para que se pueda ver el coche, a lo lejos
La dama se maquilla como si la cámara fuese un espejo o mejor dicho, como si Petrónes lo fuera
Se pinta un ojo: el izquierdo
- ¿Qué? ¿Nunca has visto a una mujer como yo? Estoy esperando, siempre espero, por eso me maquillo un solo ojo, el otro tendrá que esperar a que sienta amor por él o a que un día le entierre un alicate, ¿no cree que soy capaz de hacer eso?
Petrones frente a la pregunta de ella. Al final algo se mueve, puede ser el coche, cree que lo es, porque sí, es capaz de clavarse un alicate y de mucho más. El coche sigue moviéndose algunas veces fuera de cámara, a lo lejos, sin explicación
El video avanza, los números o los segundos resbalan en algo que parece tiempo. La Dama se ha quedado sin expresión, la mirada fija en Petrones que ya dejó de convertirse en espejo, está fuera, frente a él, parece que lo besa…
Un aire fuerte cerró la puerta, cuando Patrones despertó todavía el rostro de la Dama con su ojo embellecido estaba en la pantalla, apagó el televisor, estuvo dormido durante un tiempo. Ella no va a venir, seguro sabe que la están esperando, Petrones piensa, para no decir que supone, lo mejor será que se marche a su habitación y soportar por un día más el llanto del niño
Petrones ha tomado una decisión, mañana se irá del hotel. Cierra la puerta del cuarto de la Dama y siente alivio
Es preciso que cuando entre a su habitación encuentre en el centro de la misma, justo frente a él, el coche
Supongamos que Petrones no piensa por esta vez, que no trate de explicarse como llegó el coche a su cuarto, que no trate de buscar a la Dama. Quiere descubrir el misterio, levantar la cortina, avanzar, avanzar, avanzar, hacia el coche
La dama cerró la puerta, el estruendo lo sacó del intento, ahora está en el medio, a un lado el coche, en la puerta, ella
- Lo esperaba
- Yo igual… Por favor ¿puede abrir la puerta? Cerrada me causa una sensación extraña
Hay que suponer que Petrones en ese mismo instante agarra el coche y lo lanza por la ventana, ella entonces perdería todo su poder, el misterio, Petrones se convertiría en el héroe. O que en vez de lanzarlo escape con el mismo por la puerta, baje las escaleras hasta el vestíbulo y en presencia de todos quite la cortina. La otra suposición sería sacar el arma que tiene bajo la almohada de la cama, amenazarla, hasta que ella misma se decida a revelar el secreto que guarda en el coche
En caso de que Petrones pueda sentir miedo y no fuera capaz de cometer algunas de estas variantes, hay una suposición guardada. Explicarle que todo ha terminado, que precisamente pensaba marcharse del hotel, pues ya el niño puede llorar cuanto quiera
Entonces el protagonismo estaría de parte de la Dama en ese momento ¿Qué es lo que haría en caso de cumplirse cada variante?
- Por favor ¿puede abrir la puerta? Cerrada me causa una sensación extraña
- La puerta está abierta – dijo la Dama
Efraín Galindo Romero
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