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Amada Sophie.

Te escribo desde la más absoluta de las desesperanzas. Mi muerte se acerca y sólo me queda la certeza de saber que jamás volveré a verte. El enemigo nos ha rodeado en la ciudad y nuestro capitán nos ha dicho que es el fin. Teníamos dos opciones: entregarnos como cobardes y rezar para sobrevivir o luchar y morir por nuestra patria y nuestro honor. Hemos elegido la muerte.

El curso de la guerra ya no nos importa. Confiamos nuestro correo a uno de los guardianes de la plaza que me ha jurado por su vida que esta carta llegará a tus manos. Es un día frío y húmedo. No he visto el sol desde hace semanas. Calculamos que mañana tendremos que defender nuestra posición contra unas fuerzas cincuenta veces superiores a las nuestras. Apenas nos quedan alimentos, ya no tenemos agua y la munición empezó a escasear hace ya tiempo. Si decidieran no atacarnos, en unos días seríamos una pila de cadáveres.

Lo más doloroso de todo esto no es la espera de la muerte, es el recuerdo de tus ojos. Me asaltan a cada momento vivas imágenes de nuestros paseos y de nuestras conversaciones. El verano de 1938 fue, sin duda, el mejor de mi vida. ¿Recuerdas la montaña lisa y plana y el reflejo del sol cayendo sobre el lago? ¿Recuerdas lo que me dijiste aquel invierno en la cabaña cuándo se nos dijo que la guerra era ya inevitable? Nuestra vida se ha quedado a medias. Todo lo que íbamos a construir juntos se ha evaporado en la nada. Es un mal recuerdo, jamás ha sucedido y morirá cuando la bala del enemigo, el implacable acero de esta tierra hostil me atraviese y me ejecute. Desde el más profundo amor que siempre te he tenido no te pediré nada en especial. No quiero que me esperes pues sé que no volveré. Quiero que reconstruyas tu vida y que remontes el vuelo para tener una nueva ilusión. No puedo imaginarte sola y triste el resto de tus días. Quiero que el amor vuelva a tus ojos y que tengas muchos hijos, tal y como lo habíamos planeado.

Sé que es duro y sé que siendo un cobarde podría volver a tu lado. Nada deseo más en estos días que volver a abrazarte. Sería precioso que el tiempo y la distancia nos dieran una última oportunidad. Que, aunque fuera en la distancia, pudiera verte mientras lees esta carta. Me encantaría entrar en tus recuerdos y revivirlos cientos de veces en la eternidad. Desearía, con todas mis fuerzas, que de otra forma, sea cual sea, nuestro proyecto se hiciera realidad. Que tu y yo, juntos para siempre, tengamos la oportunidad de ser felices. Se me entrega, en cambio, esta posibilidad de dedicarte a ti mis últimos pensamientos. Espero que algún día puedas sentirlos tú también.

Se me hace tarde. El capitán me requiere para darnos a todos las instrucciones de la última defensa de este lugar. Las instrucciones de cómo hemos de morir con honor. Parece que el enemigo va a precipitar su ataque. Saben que somos pocos y débiles. Nosotros sabemos que vamos a morir. Destrozarán nuestros cuerpos ya vencidos por el desgaste de esta guerra, pero jamás (nunca jamás) podrán destruir nuestro honor, ni nuestras almas inmortales, y jamás (lo juro por dios) conseguirán que no me lleve al otro mundo mi amor eterno por ti. Desde el corazón del infierno te mando mi último soplo de vida, mi última muestra de amor.

Konrad Stöck (Stalingrado, 27 de enero de 1943)

• El correo cumplió su promesa y entregó la carta a Sophie el 16 de mayo de 1947. Ella todavía esperaba un milagro.
• Konrad Stöck murió al defender su posición acribillado por seis enemigos que le dispararon a bocajarro cuando ya se había quedado sin munición.
• Sophie Fiebig tardó cuatro años en conocer a otro hombre que la enamorara. Tuvo cinco hijos y murió a los sesenta años en un accidente de tráfico. Jamás olvidó su amor por Konrad y en cierto modo, siempre le esperó.


Francisco Javier Moñino Gómez (Miércoles, 8 de septiembre de 2004) Murcia

Texto agregado el 21-12-2004, y leído por 283 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
03-03-2005 ¿Qué duele más, la muerte en la guerra o el morir de amor? Bellamente expresado, amigo. Te felicito. Estrellas. tobegio
12-02-2005 Muy duro, pero está muy bién escrito, se nota el cuidado y es agradable. Saludos. nomecreona
08-01-2005 A parte de lo bien escrito si tengo una reflexión ¿Vale la pena morir asi, por una causa que tal vez no sea agena? Y la vida que ¿No vale nada? Los sueños, las risas, el llanto. La verdad yo hubiera tomado el camino de la cobardía. Sería feliz con el amor.***** caselo
07-01-2005 ay diniz, cada vez que te leo lloro, que terrible! uf es bello lo que escribes, me gusta mucho la carga de emocion que eres capaz de poner aqui a pesar del estilo de cronica que es tan objetivo, es tremendo, te felicito y te juro que no vi ni una falta de ortografia, todos los acentitos puestos!!! jajajajaj nooooooo nunca veo eso a menos que sea muy evidente, saludos y estrellas del firmamento para ti************ janine
28-12-2004 Tu relato es hermoso, y terrible. Mis estrellas pra ti DianaHunter
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