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¡Ojo! Es una tarea que me pidieron en el colegio y cita en algunos aspectos a María Luisa Bombal (recomiendo leer "Trenzas", una de sus obras).
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TARDE DE SÁBADO, ESCENARIO de un teatro pequeño e imaginario: mi habitación. Mi espejo, compañero de andanzas, símbolo de soberbia. En él de pronto apareció una adolescente demacrada por el proceso biológico que atraviesa; el limbo, en el brillo de sus ojos, al que era sometida. Una Isolde que pensaba en su mejor amigo que, al igual que aquella mujer, conoció y se enamoró por accidente. Evadir ese amor que tiene bandera de amistad... no quiso. Miro mi rostro, lleno de espinillas. "Al menos no estoy sola". Mi cintura, mi delantera, mi trasero. Como no quiero tener cuerpo de modelo ni ponerle maquillaje (a quién tengo que fingirle), mi figura se halla en su tinta.
De pronto, extasiada por aquella intempestiva opinión, sentí unas plumas chocar contra mis labios. Una fragancia a vainilla, no sé, un bebé perfumado. No; era un muchacho. Vestido de inmaculado blanco y ojos poderosos, vastos, embriagadores. Mis manos se dedicaron a recorrer sus cabellos, mechas paradas. Estoicamente acerqué mi cabeza en su hombro. No. Él primero. Me encontraba en un teatro pequeño e imaginario: me vi acunando a un ángel caído del cielo. Con la misma curiosidad de la ya susodicha mujer de Barba Azul examiné sus ojos. Pero sudaba copiosamente, mis piernas se enfriaron, me derrumbaba como una fila de fichas de dominó; como el rey del ajedrez recién tragándose un jaque mate. Una daga fría rozó mis labios marcando terreno. Caí. Alguien me acariciaba los cabellos. Sus ojos, el brebaje fatal. Me sostuvo mi espejo. Me miré en él y todo el susto adolescente se escondió en la epidermis. Regresaba a la normalidad cuando sentí dos manos recogiéndome de aquel teatro pequeño e imaginario. Aunque no llevaba alas ni túnica blanca, su nombre y sus ojos eran suficientes para que jurara que un ángel habia caído del cielo. Fue así que Angelo me preguntó:
- ¿Te pasa algo, Pame? Estás pálida.
Cuando me miró a los ojos, le respondí:
- Es que te quiero mucho, amigo mío.
Con su sonrisa se cierra este telón.

Texto agregado el 21-12-2004, y leído por 168 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
16-01-2005 oye pame eres medio genialita tu. te felicito. buhonero
 
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