No me canso de pronunciar tu nombre, que suena constantemente como cadenas eternas, envueltas en la más pura llama de pasión. Sobrevives milagrosamente cada segundo en mi cabeza, en mi corazón, en mi existir.
Nada puedo hacer cuando me falta el aliento, y nada puedo pensar que sustituya tu presencia en mis vívidas imágenes que siempre son dentro de mi. Te siento cada vez más cerca, más entumecido por la confianza, pero en mi imaginación, de otro mundo.
¿Qué cosas pueden reemplazar lo que estoy sintiendo? Ya me he cansado de buscar, y nada he encontrado que me culpe de sentirte. Sólo yo sé qué estoy sintiendo, y a la vez, mi depresión me acusa de no saberlo. ¿Puedes sentirme? ¿Sientes que yo estoy en tus pensamientos y que nada puede sacarme de tu mente? Espero que con el pasar del tiempo, tu comprensión me abrace tiernamente... te estaré esperando con la más malvada paciencia, que carcome, consume y disuelve mi normalidad.
Las estrellas son el fiel reflejo de tu rostro. Las miro cada noche, tratando vagamente de encontrarte, y de sonreírte. Triste se torna mi vida, cuando nada alcanza mi vista; cielos nublados y estrellas apagadas, cantos primaverales devorados por las llamas de la inconsciencia, de la ignorancia. Mi día se torna en noche, mi esperanza se desvanece, y mi alegría estalla en mil pedazos. Recuerdos presentes en toda mi memoria tratan de consolarme, pero sinceramente, no te encuentro. Te veo, pero no te alcanzo. Te llamo, pero no das la vuelta. Te grito, y sales huyendo, por aquel túnel oscuro que atravesaste sin verme.
Como el agudo sonido de la nada, mis sensaciones se han convertido en un viaje sin retorno, cruzando galaxias y universos que sin esta motivación, no lo podría hacer. Cambios en mi estar, esencias de sustancias nunca antes percibidas... no sé lo que es. Sin tu consentimiento, ¿qué puedo esperar de mí?
Mi lugar en el tiempo se cuestiona. ¿Cómo he de realizar mis sueños sin tener la posibilidad de hacerlos realidad? Sin mis sentidos, soy un fracaso. Pero sin ti, no existo, pues nada me hace sentir igual cómo lo haces tú. Nada se compara al placer que siento en cada mañana de pensar en ti. Pero la ansiedad me invade por completo, cuando me percato de que perteneces a otra realidad.
Todo lo que pido... es convertirme en tu esclavo, en soñar eternamente con tu cálida fragancia, que revoluciona mi alma desde sus mismísimos cimientos. Trataré de vivir en paz, pero sin ti a mi lado, estoy condenado a soñar todas mis aspiraciones en la misma muerte.
He luchado mucho por convertirme en algo sólido, pero no sé qué hacer. Quiero por sobre todas las cosas ser tu refugio y tu refrescante brisa de verano, ser tu esperanza y ser tú. La lucha me cansa, la batalla hiere con estocadas finas de amargura y resentimiento. La culpabilidad de no ser aceptado, por resoluciones justas y con derecho, me mata con la más venenosa materia.
Trato de hacer contacto con mis brazos estirados sobre el aire húmedo y apagado, tratando de tocarte, tratando de que me veas. Mi interior se torna gris y líquido, y se escabulle por el suelo triste y abandonado. Esperaré hasta la culminación de mi vida, llamándote con voz de silencio; espero que tú sólo puedas escucharlas.
Algún día, desde donde el silencio duerme, regresaré a sentir sensaciones extrañas, y soñar despierto todo el tiempo, pero no desde el poniente, acompañado con otra suerte, percibiendo que el amor camina hacia mí, en un amanecer nuevo y renovado, sintiendo con exactitud que avanzas directo a mí, de regreso, oponiéndote a la luz que antes seguías sin verme. Con una sonrisa cautivante y paulatina, te me acercas, y mueves tus labios para decirme, yo también te amo.
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