Un gato maúlla a la entrada de la casa,
con sus bigotes negros atorados en el mosquitero.
Exige la comida.
Ruega indiferencia.
Sus garras crecen junto a su soledad.
Maldita madre que cría su desdicha,
lo tiene abandonado aún en sus brazos,
lo acoge con sus labios carmesí.
Crece y se levanta,
se alza como el sol.
Un gato negro duerme a la entrada de la casa,
con sus heridas abiertas.
Texto agregado el 06-07-2003, y leído por 288
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Lectores Opinan
10-05-2009
interesante. algo de rimbaud vi por alli. o soy yo equivocado una vez mas :-) pero siento una exhortación al mundo pasivo. alghyrak