Este cuento no lo ideé yo (qué más quisiera), solamente escribí en el papel las palabras que guardo en mi mente y mi corazón. Quisiera compartirlo con vosotros. (Gràcies yaya).

Érase una vez un mono muy listo que vivía contento en su árbol. Se pasaba los días jugando y dando brincos, comiendo fruta y cantando su canción:
“Yo soy el mono titiritero
soy el mas listo del mundo entero.
Mis volteretas son un contento
salto que salto por el almendro”.
Un día se acercó por el mar una gran ballena.
-Hola mono ¿Cómo te va?
-Pues ya ves ballena, aquí pasando el rato.
-¿No te aburres estando solito en esta isla tan pequeña sin nadie con quien hablar?
-No mucho, la verdad. Me gusta cantar, dar volteretas y de vez en cuando vienen visitas como tu y me distraen un rato.
-¿Te gustaría venir conmigo? Te llevaría a mi país que está al otro lado del mar y conocerías a mis bondadosos reyes.
-Ya me gustaría, ya (dijo el mono) pero es que no sé nadar.
-Por eso no te preocupes, sube a mi lomo y no dejaré que te mojes.
Dicho y hecho: De un gran salto se plantó encima de la ballena y emprendieron la marcha.
-¡Cuanta agua! ¡Cuanta agua! (decía el mono contento de su excursión).
Así navegaron un buen rato hasta que divisaron tierra firme. Al acercarse a la orilla les alertó el sonido de una trompetilla que anunciaba un bando:
-Por orden del Rey se hace saber que la Reina se está muriendo y que sólo le puede salvar el hígado de un mono.
La ballena se quedó mirando al mono y le dijo:
-Favor por favor, monito. Yo te he dado un paseo y tu me darás el hígado para mi reina.
-Claro, claro, pero espera…¡Qué mala suerte! Precisamente hoy me he dejado el hígado colgado en el árbol. ¿Qué podemos hacer?
-Por eso no te preocupes, soy muy rápida. Te llevaré y en un momento estaremos de vuelta.
Así que la ballena cruzó el mar a gran velocidad y cuando el mono subió a su árbol y estuvo a salvo le gritó a la ballena:
-¡Mira que eres boba, ballena! ¿no sabes que sin el hígado que llevamos dentro no podemos vivir? Ya te puedes buscar otro mono porque yo soy muy joven para morir. Adiós.
Entonces la ballena se dio cuenta del engaño del astuto mono y tuvo que dar media vuelta sin el preciado tesoro. Entre el murmullo de las olas se oía la canción del mono:
“Yo soy el mono titiritero
soy el mas listo del mundo entero…”