Viaje en autobús

Me subo al autobús y enciendo el modo “autista” –me aíslo lo más que puedo en mi mundo- solo de esta manera puedo soportar a los vendedores ambulantes, predicadores itinerantes de autobús, pedigüeños de oficio y otras especies de la fauna urbana que hace del subirse a un bús su forma de vida por otra parte está la música. La música del transporte colectivo merece un lugar especial, por que hay algo en el transporte colectivo de este país que hace que todos –y realmente todos- los choferes tengan exactamente los mismos gustos, entre los cuales nunca falta un: regguetón, vallenato, y de más géneros de “música popular”; el bús continua su marcha y yo mi viacrucis, trato de armarme de calma y aunque “autista” ayuda no me aísla totalmente, así que empiezo a ver por la ventanilla y el paisaje es peor, miseria y suciedad, parece que estuviera paseando por la calles de Numbay,Delih o cualquier otra de las atestadas ciudades de la India.

¡Oh! ¡No! Lo que faltaba algún ebrio de los que me rodean está dejando escapar sus flatulencias, y bien puedo decir que es uno de los olores más nauseabundo que he percibido en mi vida.

Lo peor es que aun faltan unos 30 minutos para llegar a mi destino, a este paso cuando llegue, estaré al borde de un colapso nervioso ó tal vez una ulcera estomacal.


Han pasado 5 minutos desde que el ebrio comenzó con sus flatulencias, no aguanto, las nauseas son casi incontenibles e imagino que debe ser una tortura –de hecho lo es -, no soy religioso pero si dios existe en este momento debe estar riéndose a costillas mía. No aguanto y me paro prefiero viajar de pie que soportar el olor, una vez parado la calidad del aire mejora, al menos es respirable.

Miro el pasillo, busco un lugar, un hueco donde sentarme “solo y aislado” como he querido estar desde el momento en que me subí al autobús.

Por fin llego a mi destino, solo me restan otros 30 minutos de caminata y el viaje de regreso :(