(acabó mi segundo episodio con uno de los animales extraños que despertaron al hombre y continúa así)

- Lo saben, y ahora quizás no te dejen en paz. Regresa a las murallas Nihofa, trépalas y continúa tu camino hacia el señor que manda desde los bosques.- habló el animal, y entre pequeños muñecos de trapo que me observaban y parecían sentir fascinación por mí a la vez que me compadecían alcé la cabeza en signo de alerta y sorpresa y fijé mi mirada en sus ojos tremendamente negros y opácos.
- Pero..¿Cómo he regresado aquí?y qué es exactaménte lo que debo procurar en mi camino. ¿A quién debo confiar mis intenciones de llegar al desconocido?...Y dónde está mi casa.
- Tú...no tienes casa...Y ahora déjate de estupideces y levántate. Tú mismo formulaste las respuestas hace mil mañanas, de modo que despierta de una vez por todas y prosigue tu camino. No depositaremos nuestra confianza en un estúpido hombre que siente debilidad por sus recuerdos de infancia.
Ante tal dureza y expresión de sentimientos yo solo podía que doblegarme, y es probable que el arce con piernas de hombre no se percatase de que yo ya había comenzado a llorar. Y en aquel paraje oscuro a altas horas de la noche y entre seres que habitualmente no tenía el placer de tratar más que en mi mente arrojé mi cuaderno de notas al estanque seco y forcé la marcha hacia la aldea de Tónhura, donde no existía más problema que el de aprender a leer y a escribir, y donde algunas de mis incógnitas podrían esclarecerse o simplemente quedar profundamente olvidadas tras ingerir litros y litros de Vino para olvidar tamaña tragedia, que es la de olvidar para siempre a mis hombres, mis seres queridos, La Señora.

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