Tanto tiempo llevaba esperando este momento que ahora no sabe que hacer... Una cena navideña con sus amigos, eso es lo que realmente deseaba; tras eso, ir a una discoteca, salir un poco de marcha al “viejo estilo” y (¿por qué no?) ligar un poquito.
Pero todo se fue al garete en menos de cinco minutos.
Unos no se presentaron; de los que se presentaron, unos no querían ir a cenar al sitio propuesto y se largaron; otros, no querían ir a las discotecas y también se fueron; y, de los que quedaban, empezaron dándose voces y acabaron separándose, en vez de acabar de una manera más... Drástica.
Y el joven sufrió por no poder estar con todos sus amigos.
***
Era por la tarde. El cielo negro y nublado cubría el sol y no parecía que se fuera a despejar. Todo el grupo de amigos andaba por una calle poco transitada, todos juntos... Menos el que una vez quiso cenar con todos ellos. Por eso, le estaban criticando a sus espaldas.
Pero, al girar en una esquina, le vieron.
-¡Vaya! –dijo uno del grupo-. No te había visto.
-Llevo detrás de vosotros media hora, y no os habéis dado cuenta –contestó el chico, mientras saca de su cazadora un par de pistolas-. Sois tan poco perspicaces como pensaba –y apuntó a uno de ellos en la cabeza con una de las pistolas.
Todos, sorprendidos por la frialdad de la mirada de su compañero retrocedían; unos por miedo; otros, por estar sorprendidos; pero todos retrocedían, para no enfrentarse al maníaco con pistolas en las manos.
-Tranquilo, tío –dijo nervioso aquel que sentía la pistola en la sien-. A mi siempre me has caído bien.
-Lo que menos soporto de una persona es la hipocresía –contestó el muchacho-. Imagínate ahora, amigo, cómo te vas a sentir mientras una bala te atraviesa el cerebro.
El chico apuntado sintió como una gota resbalaba por su mejilla... Se sentía acalorado, nervioso... Y rompió a llorar.
-¡Suéltalo! –gritó de repente una chica del grupo-. ¡No tienes derecho a jugar con su vida!
-Y tú no tienes derecho a jugar con los sentimientos –contestó el joven armado; después arrojó ambas pistolas a un lado y echó a correr.
Se fijaron en las pistolas... Eran dos pistolas de agua.
***
Ahora, de noche, las oscuras nubes no tapan el sol... Sino a las estrellas. Es madrugada y comienza a nevar por el frío.
Corriendo desde el momento en el que tuvo lugar el incidente con sus amigos, el joven se empieza a sentir cansado; sus piernas empiezan a no reaccionar y cae al suelo. Al intentar levantarse, se da cuenta de que ha caído a las puertas de un cementerio, y comienza a llorar.
-Si el destino me ha traído hasta aquí, será por algo –murmura entre lágrimas.
Entra en el oscuro y desolado cementerio. Las estatuas de algunas tumbas representan ángeles durante el día, pero ahora parecen representar demonios; los mausoleos, parecen casas donde los muertos ven la televisión anonadados... Y dando un paseo, cayó en una tumba...
De eso hace tres días.
31/12/04
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