Estoy comiendo uvas, uvas de un color indefinido. Se podría decir que son moradas, casi negras, o mas bien lila oscuro. Un sabor dulce, granos duros y grandes. Así exactamente como te gustan. Estoy comiendo uvas y mientras la suave dulce miel de esos granos invade mi boca y llega a mi garganta, te recuerdo. Suena absurdo, pero las uvas te traen a mi mente como una brisa fresca que despeina los cabellos de las señoritas rubias que pasan por la calle. Así de la misma manera vuelves a mi mente. un simple grano de uva me vuelve atrás en el tiempo. Tiempo dulce como las uvas en que todo era sencillo, olía a vino y vendimia de nuestro pueblo. Y no hablo de vino de borracheras, eso no te gustaba, hablo del olor de uva pisada, como antes, como hace muchos años.
Voy por el cuarto grano, y me envuelve la magia de tu sonrisa contagiosa, y en mi mente todo se vuelve color uva madura.
Tengo 60 años, y hace como 40 que no te veo, pero que bien me siento hoy, frente a la ventana, picando de mi racimo y recordándo algo tan lejano. Estoy segura que si cierro los ojos me robarás mi uva, igual que hacías de joven.
Si te hubiera dicho que si ese día, si la cobardía no hubiera visitado mi corazón , si las dudas se hubieran espantando tan fácil como a las moscas... quizás...
Quizás estarías hoy comiendo de este gran racimo de perfumadas uvas, hablando de nietos.
Casi termino el racimo y me rio, están por llegar mis hijos y se van a preguntar a qué se debe este brillo en mis ojos, y la gran sonrisa que ilumina mi cara.
Mañana comeré de nuevo uva frente a la ventana, mientras miro pasar la vida ,y yo , a pesar de los años sigo pensando que hubiera sido de nosotros, si hubiera dicho si. |