Esperemos que la foto hable por sí sola.
En la parte del frente, puedes ver a una gran cantidad de jovenes posando para una foto, de los cuales, hay varios que muestran claros signos de embriaguez. Ellos eran amigos míos de esa época... todos los jovenes que están posando para la foto, no solo lo que tienen claros signos de embriaguez.
La foto fue tomada a eso de las diez de la noche, por lo que es seguro asumir que fueron aquellos de constitución débil, o en su defecto, los que se esmeraron en tomar, los que estaban ebrios tan temprano.
En el extremo inferior izquierdo, debes notar que hay un pequeño florero. Treinta segundos después de haber sido tomada esta foto, el florero se rompió en muchos pequeños pedazos, al tratar de tomar la foto que está justo debajo de esta. Pero la otra foto es otra historia y esta foto todavía no ha terminado de contar la suya.
Como puedes apreciar con claridad, el sujeto de cabello desordenado y borracho que está sonriendo en la esquina superior de la foto, soy yo, o al menos, solía serlo hace mucho rato. Porque está foto lleva ya demasiado tiempo de haber sido tomada.
Observa con cuidado esta foto. En esa ocasión estuvimos juntos por última vez, celebrando el final de toda esa etapa de nuestras vidas. Un final que en ese momento no era muy claro, porque no sabíamos que fuese el final o el inicio de algo. Los límites que dividen nuestras vidas son solo detectables cuando el tiempo ha pasado.
Hay personas de esta foto a quienes no he vuelto a ver. Hay una en particular a quien realmente sé que no volveré a ver. Ella no aparece en esta foto.
Ella tomó la foto.
No es que no vaya a volver a verla porque no desee hacerlo, lo que pasa es que para poder ver su rostro otra vez tendría que usar una pala y remover mucha tierra. Y tengo entendido que desenterrar a la gente para hablarle no es socialmente aceptable.
Queda conformarse con ver la foto de ella está en la página siguiente. ¿No te parece que tiene una sonrisa contagiosa?
No he sabido los motivos que la llevaron a quitarse la vida. Ella se los llevó consigo, al igual que los secretos de muchos de nosotros.
Por culpa de eso, al tratar de recordar nuestras charlas banales, éstas se transforman en conversaciones profundas que jamás tuvieron lugar en la realidad. Sus palabras se transforman, adquiriendo distintos tonos, haciendo que ciertas palabras cobren significados y se conviertan en símbolos de lo que estaba por venir.
Cuando lo analizo un poco mejor, pienso que tal vez no planeó nada de eso con antelación. Que tal vez se despertó ese día con ganas de no continuarlo hasta el final. Que se miró al espejo, con la intención de recogerse el cabello y súbitamente sintió un antojo indescriptible de echarle cianuro a su bebida.
Pero el día de la foto ella no estaba pensando en nada de eso. Como puedes ver en la foto, ella estaba pensando que sería bueno tomarse otra cerveza.
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