Hace exactamente veintitrés días,
que trato de decirte que te quiero.

Hace exactamente cuatrocientos noventa y dos días
que viniste a casa a encender
los fogones de mi cocina,
a mi el fuego me asusta.

Hace exactamente cuarenta y siete peliculas
que intento darte la mano
bajo el anoraks
que me protege de los zombies
y de ti.

Guardo nuestras entradas
en esa caja de cereales,
que caducó sin abrirse
y ya no te espera a desayunar.

Espero que sepas que lo tengo todo calculado,
que en veintitrés minutos
sonará mi teléfono
y no nos veremos esta noche.

Y mañana será sábado
y hará exactamente cuarenta y ocho horas
que te dije que te quería,
y hará exactamente cuatro cientos noventa y dos días
que no me has querido nunca.