Ya murieron los días ingenuos mi amor, nadie es nada especial.
Tal vez un buen negocio de tanto en tanto y mantenerse a cubierto de todas las culpas.
La inocencia fue un instante efímero que en la cocina del alma se nos arrebató mal.
Y verborragias de profesionales se amalgaman con los nuevos viejos del futuro.
Traicionamos a los salvajes que cargábamos con orgullo por un puesto detrás de un mostrador.
Y toda la ignorancia fue virtud y copas de cristal.
Brindis de pobres diablos en mesas de mal gusto.
Y nada crece nunca más, solo calvicie y estómagos de borrachos.
Días que imitan a días en los que valían la pena todos los gritos.
Bye, bye, au revoir, arrivederci,
es tiempo de vorágines y decepciones.
Bye, bye, au revoir, arrivederci,
es el acto final de los campeones.
Babeando en el piso
con la toalla a mil kilómetros de distancia.
Ya murieron los días ingenuos mi amor, nadie conoce a nadie en verdad.
Miráme a mi, shokeado y atontado como una mosca en la ventana del mundo.
Ellos (como en aquella vieja canción) taparon sus bocas y quemaron sus ojos.
" This is the end, my only friend, the end " es todo lo que escucho.
El tiempo se desmigaja en mediocridades mientras nos jactamos de lograr nuestras tareas repetitivas, orgullo de licuadoras y charlas de viejas.
Y zapatos que se gastan y piel muerta en la mesa de luz.
Y risas que estallan repentinamente, ya lejos de significar algo.
Sonrisas que imitan a sonrisas de las que ya no muestra el espejo.
Bye, bye, au revoir, arrivederci,
es tiempo de silencios incomodos y chistes gastados.
Bye, bye, au revoir, arrivederci,
es el acorde final de los campeones.
Ni ropa violeta ni anillos,
todos somos gente del pasado en knockout.
Y yo aún escucho la campana.
y escupo en el ring,
al costado de tantas manchas
de sangre seca
y promesas añejas.
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