Todos los hombres sabemos lo que es voltear de manera casi inconsciente a ver a una chica guapa. Lo sabemos, lo sentimos y de alguna manera no lo podemos evitar; pero existe toda una cultura alrededor de estas reacciones masculinas, tan naturales como comer o dormir.
Cuando viajo en metro o en microbus escucho cómo estos extraños seres llamados choferes de combi y los demás guarros en general gritan y chiflan a las mujeres sin ninguna inhibición. Invariablemente ellas se apenan y se van, aunque he visto a más de una que se ofende y agrede verbalmente al sujeto que folckloricamente le ha gritado alguna peladez.
Es cierto que existe toda una tradición que probablemente data desde los pueblos prehispánicos, pero sin lugar a dudas es una tradición tan importante que inclusive existe un servicio en los celulares que mandan este tipo de frases a los usuarios que así lo soliciten. Del amor córtez al piropo moderno hay una diferencia básica, el primero buscaba enamorar a la doncella y el segundo sólo busca demostrar el ingenio del adulador y resaltar de una manera escandaloza la belleza de aquella mujer que ahora no sabe donde meterse.
Así que debemos renovar nuestros piropos para agradar a esas bellezas que están hartas de escuchar cosas sobre sus "tortas", "melones", "refrescos", etc..
Declámemosles algo de Bodelaire, digamosles que son hermosas y nos han dejado impresionados, pero sin mencionarles quién se ha parado de la emoción o recordarselo. Cuenta la leyenda urbana que incluso hay quién se la saca, a mí no me consta, pero hay se los dejo para que lo piensen.