En la mañana de los tiempos que jugamos,
la misma que hoy día tan pasada,
de lejos, desconfiando, ya miramos.

Y tras la tarde de una nueva era
en que todo era juego y entendernos,
¿quién cedió al puñal el permiso de la muerte?
¿quién desangró el aire fresco que flotaba?
¿quién suprimió el instante tenso, interrogado?

Ya lo tengo: ¡Fue la muerte examinando!
O quizás tus ojos suspicaces...
expertos matadores de los juegos
de aquellos momentos amarillos.

Crucifico hoydia lo perdido,
por tu culpa, por conspirar a los felices.
Por asesinar lentamente nuestra magia
y el cariño que así, juntos, nos rodeaba.

El Coronel.