Pensé en inventar una máquina del tiempo.
La palabra tiempo es el nombre que más me gustó para tal invención, así era el nombre que yo le había puesto a lo que nos rodea.
Era una máquina en la cual pudiera hacer esto de la vida más fácil, y dejarme envejecer tan solo unos años, nací con 16 y quería llegar a los 25, ya que esa edad es la plenitud total, y sería suficientemente maduro como para enfrentar mejor esta vida y poderme defender de los peligros.
Mi teoría se basaba en que si encontraba un material que hiciera posible la tele- transportación, a través del intercambio de moléculas, lograría tal meta.
Busqué por todas partes, pero no, nunca encontré el preciado material.
A lo poco que llegué fue a una estúpida máquina en la cual en vez de poder viajar en el tiempo, descompuso al mismo.
Así es, por un descuido yo inventé al tiempo, por eso nunca para, lo descompuse.
Pero no fue mi culpa, la maldita máquina de sobrecargó y explotó.
Antes de mi “pequeño” accidente, el tiempo era un estado fijo en el que al igual que ahora, todo era normal, pero nada envejecía, y los seres vivos brotaban de la nada y la única forma de morir era devorado por otro animal, por un fuerte golpe o algún otro percance.
Yo nunca había matado a ningún animal en vida, pero ahora mi accidente le daría muerte a miles de millones.
Intenté arreglarlo, pero no fueron mas que intentos fallidos.
Por eso ahora estoy muriendo, lentamente, como una pesadilla prolongada.
Veo como otros mueren por mi culpa y es una gran carga tristeza, me siento y a la vez culpable.
He dejado suficientes códigos en miles de piedras como para que los siguientes seres que vivan aquí sepan porque todo avanza y si logran descifrar esta carta les ruego que me perdonen, no fue mi intención y creo en el día en el que alguien invente otra máquina, y que detenga este descomunal asesinato…
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