Su cuerpo sin vida, deseoso de ella quizá.
Facciones bordadas para encontrar agrado en sus espectadores.
Colores que el tiempo ha hecho más sutiles, pero igual de expresivos.
Ansioso de que comience la función. (¿O cansado?)
Bromas y risas profanan la tranquilidad de aquel pobre ser.
Luego lo colocan en cualquier lado, mientras se continua el festín... termina, y lo han olvidado.



¿Quién te aplaude ahora? ¿Quién te sonrie?
No hay nadie quien te recuerde. Llora y consuélate. ¡Oh, si pudieras llorar!

Si pudiera haber en ti un trozo de vida, desearías estar tal cual te observo ahora, siendo sólo un pedazo de madera, viejo y húmedo.

No eres tan insignificante, pobre títere, pues hasta a la personas que más hemos amado los olvidamos, como si nadie fuera digno de un recuerdo constante.

Tienes suerte de ser un muñeco y no hombre, pues la vida te golpea más veces de las que te acaricia.



Y no fue el día siguiente, si no varios días después cuando recordaron al pobre títere y lo sustituyeron por uno nuevo