De como Humbert Humbert confiesa su oscura pasión por las jóvenes amantes.

Amo aquellas chicas iniciáticas, intérpretes de arpas eólicas.
Princesas rusas arruinadas que dominan a la perfección los temas periféricos.

Pálidas jóvenes pubenecentes de pestañas gruesas que nos contemplan con la perfecta impunidad que nos está asegurada en los sueños. Doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados (dos a más veces mayores que ellas) su verdadera naturaleza no humana, sino nínfica, (osea demoniaca).

Criaturas escogidas por los viajeros solitarios, ninfulómanos.
Poseedoras de una gracia letal. De evasivo, cambiante. anonadante e insidioso encanto.
Habitantes de una isla mágica e intangible. Con playas espejeantes y de rocas rosadas, rodeada por un mar vasto y brumoso.

Ilustradas con signos inefables.
Como el diseño ligeramente felino de un pómulo o la delicadeza de un miembro aterciopelado.

Pequeño demonio mortífero de suave cuerpo de cachorro,
rutilante, pintada y encantadora,
con un vestido carmesí.

Que corre con el viento, con el polen y el polvo.

Flor dorada,
niña encantadora e inocente
ojos turbios
labios brillantes....