Somos viento que deshoja los árboles, gotas de lluvia que rompen la armonía a las lagunas con paz perpetua, lagunas que duermen en el altiplano, petrificando su existencia.
Era la primera vez en tres años que viajaba desde que dejé el colegio, al mes mi madre se dio cuenta que mi vida no tenía ni una sóla responsabilidad y así en toda su irónica bondad, me regalo una gatita; a quien llamé Almendra por el pelaje naranja y los anillos cafe claros que cubrían su cuerpo; me amaba como a su vida y desfallecía cuando me iba ha la escuela, ya de regreso se enroscaba en mi cuello mostrandome todo su agradecimiento.
En fin, cuando volví de dicho viaje encontre ha mi querido animal esperandome en el balcón mucho más delgada y avejentada mi madre decía !ese tu animal no dejó ni un momento tu cama, sino parada en el balcón¡.
Para mi también era una gran alegría la había extrañado mucho, ella no cabía en sí, no terminaba de ronronear de felicidad, de pronto mi abuela entra la estancia donde estabamos, me llamó la atención a gritos, !!deja a ese animal, diablo es ¡¡, y yo todo un fiel representante de la generación de fines de siglo le respondo !!ay abuela, esas son tonterias¡¡, muy molesta deja el cuarto dejando caer unas dos lagrimas de rabia supuse.
Más tarde buscando pedir disculpas a la abuela la encuentro en su cuarto muy molesta, después de una cuántas salamerías me perdona, pero decide contarme su historia con los gatos.
Hace unos cincuenta años cuando tu abuelo y yo nos conocimos, yo tenía un gato negro que se llamaba Darío practicamente crecimos juntos, el era muy celoso de mi y bastante apegado, con dificultad logré llegar al matrimonio con tu abuelo el gato no lo soportaba, tiempo después cuando nos habíamos estabilizado un poco llegó nuestro primer hijo, dejé de lado al gato, durante semanas se perdió y algunas noches lo miraba en la casa de enfrente o en algún árbol sentado, pero siempre mirando fijo a mi habitación, darío volvió pero muy cambiado, nunca emitía ningún sonido, sólo miraba la cuna del bebé, cierto día el gato se puso muy agresivo con el bebé intentó arañarle, inmediatamente agarre una escoba y lo golpeé tan fuerte que se desmayo en el suelo,cuando despertó salió uyendo, una vez más se perdió unas semanas, y también esta vez regresó a la casa, yo lo acepté por el cariño que le tenía tiempo atrás, volvió el día martes, los siguientes dás sólo se hacía sentir en las noches por que hacía ruidos muy extraños, el día viernes de esa semana pasando las dos de la madrugada yo me desperté por los ruidos y me dirigí hacia donde provenía, gran fue mi sorpresa al ver que darío estaba parado endos patas bailando frente a una luz roja, inmediatamente me sangro la nariz y escapé asustadísima, cinco días después mi hijo murió con una enfermedad muy extraña que no conocían los médicos fui donde un santero brujo y me hice leer en hoja de coca, el me dijo que !a tu hijo se lo ha llevado el Sajra(Nombre del diablo,maligno en Aymara, Bolivia)¡.
haber anda ha abrir su tumba vas ha encontrar en su espalda unas franjas de negras de golpes, y en su boca pelo de gato,vos tenías un gato que era bien celoso de voz, el ha vendido al Sajra su espíritu, por odio, se lo ha llevado a tu hijo; mi abuela aterroizada se puso a lorar de rabia y de miedo por lo que vio esa noche cuando el gato bailaba.
Esa noche mire de manera diferente a mi almendra, y para mi mal no pude dormir con los maullidos de un gato en celo encima del tejado...
Basado en una historia real.
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