El padre de Juanito sufria, no queria ni siquiera pensar en la posibilidad de que sus mas escabrosos temores se cumplieran, pero un frio espasmo le recorria la espina cada vez que veia a su querido hijo Juanito embelesado con rosas y jazmines y corriendo tardes enteras por el jardin, recitando poesias al viento o contornándose y danzando con la misma virilidad que tendría una libélula dorada. Corriendo y sintiendo una algazara sublime cada vez que su amigo estilista Ricardo llegaba entonando alegres cánticos que recordarian sirenas del Danubio encantando marineros y navegadores incautos, con una voz suave y ululante que se asimila al varonil canto de un canario asturiano con penacho azul. Avechucho que vale la pena resaltar, no existe, pero que en la imaginación fecunda de Juanito, brillaba como el oro y tenia un enorme pico con el cual entonaba tiernas melodías que lo extasiaban. Y era el pico del canario con penacho azul imaginario de Juanito, el que hacia temblar de pavor a su padre y suponer lo peor.
Cuando Juanito compro su primer traje ajustado, con el que practicaria mas tarde ballet, traje que comprara vendiendo esquelas delicadamente pintadas con flores y corazones rosados que los enamorados compraban para enviar a sus novias y hacerles ver el enorme mal de amores que padecían tocándose impúdicamente junto a las acacias de la plaza paralela al templo, que el padre de Juanito lloro mas. Solo que el no sabia que Juanito le depararia mas lagrimas aun. Lagrimas que se materializarian en cruel cascada cuando Juanito comenzara a pasar horas frente al espejo, peinando sus cabellos artificialmente rubios y deliciandose en los avatares del autoconocimiento del cuerpo, o cuando Juanito comenzara a usar accesorios en el pelo tales como moñitos y pinches con mariposas de enormes y coloridas alas. Alas que daban rienda suelta al exaltable corazon de Juanito cuando este soñaba con conocer el amor eterno en los brazos de un ser amado. Y este ser amado solo podria ser alguien tan puro como el, tan inocente como el y al mismo tiempo tan incuestionable como el.
Y el padre de Juanito supo, y entendio que sus temores no eran infundados, y presa de dolor y angustia, de rabia e impotencia grita desafiante a los cielos:
“¿Por qué chucha me tenia que salir un hijo maricon!!!?