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Tras días de mirar por la ventana la vida pasar por fin ha llegado la felicidad. Toca mi timbre, una sola vez como dictan las normas. Y corro hacia ella para evitar que se me escape de las manos esta vez. Esta felicidad llega un día no y otro tampoco, mas cuando menos la espero llega. Aun cuando cada vez que no viene, deseo momentáneamente que la felicidad no volviese, que se olvidara de mí y me dejara en paz. Pero llega, la felicidad llega. Liviana de vestimenta la felicidad quiere que todos la miren, que todos la deseen, mas, repite para si que nadie podrá conseguirla. Solamente algunos incautos creerán que pueden tenerla, que pueden hacerla suya, mas eso es imposible porque la felicidad no se permite ser feliz. La felicidad es infeliz y al serlo anula su condición natural de ser.

La felicidad sonríe tan bonito que parece ser feliz, quiero que lo sea con toda mi alma. Quiero que la felicidad no solo pase por mi puerta, sino que se quede a hacerme compañía, y yo encargarme de alegrarla. Y mientras en la calle esta lloviendo, una tormenta hiere mi corazón porque las primeras lágrimas de la felicidad caen en mi hombro luego de unos tragos en un bar. En estas ocasiones, la felicidad parece perdida y ensimismada en sus ideas, tanto que temo su fulgor se apague. La felicidad apura las copas una tras otra cuando es bien sabido que la felicidad y el alcohol son totalmente incompatibles. Mas la felicidad me abraza y me dice que me quiere, yo le digo “felicidad, yo tambien te quiero” pero de inmediato, ella me suelta las manos que hace un segundo me las tenia tomadas. La felicidad me teme, tal vez no por lo que soy porque aun la felicidad no me conoce, sino por lo que represento. Y me doy cuenta que la felicidad tiene miedo a ser feliz. Puesto que todo lo que comienza tiene un fin y el final del primer amor de la felicidad ha hecho mella en ella.

Y el ver el miedo en los intensos y enormes ojos de la felicidad, hacen que me repliegue, que me guarde los versos más bellos que la felicidad merecería escuchar. Incluso soy capaz de renunciar a la felicidad solo para hacerla a ella feliz. “Felicidad siempre estaré contigo, en las buenas y en las malas, seré un amigo fiel y sincero, mas nada querré que tu amistad, un fuerte abrazo de vez en cuando y un beso en la mejilla al partir” Y se que la felicidad me entiende, sabe que estaré ahí con ella y se que me quiere muchísimo, mas aun la felicidad desborda melancolía y tristeza.

La felicidad dibuja en su rostro una historia tan romántica y trágica a la vez, como tantas historias románticas y trágicas existen. El amor y el desamor hacen su aparición en cada caída de telón. Aun la felicidad no me ha contado que fue lo que realmente sucedió, mas eso da pie a mi fecunda imaginación a confeccionar un retrato imaginario de lo que paso con la, literalmente hablando, felicidad de la felicidad. Imagino a la felicidad sirviéndose otra taza de café contemplando aquella mancha en la pared. Y mientras trata de limpiarla va recordando lo que fue la parte mas dura de todo. Ella siempre hizo todo por complacerlo. El siempre hizo todo por hacerla llorar. Y aun cuando ella arrodillada suplico que no la deje, en el fondo sabia que un día el terminaría por decir adiós. Fueron buenos momentos, verdad Felicidad. Aquellos que pasaste con tu amor. ¿Juraste que iban a ser eternos? ¿El también lo juro? ¿Valió la pena, felicidad? Ahora lloras sin lagrimas frente a mi, pero también estoy seguro que riegas tu almohada con húmedo rocío cada vez que la nostalgia te abofetea. ¿Lo quieres? ¿Lo odias? No lo sabes, felicidad. Lo único que tienes por seguro, es que duele. Duele como si te cayeran a patadas, como si te quemaran las manos, como si arrancaran tus uñas. Duele diez, cien veces mas que eso, ¿verdad? Y lo peor de todo es que tienes al verdugo dentro de ti, felicidad. Cada vez que sientes que vas a enamorarte, despiertas al sádico que hay dentro de ti, para que te caiga a golpes, para que te haga recordar como duele el desamor, para negarme un beso, felicidad.

Vamos felicidad, ya deja esas copas que te ponen colorada. No lo hagas, así no. No hagas lo que piensas hacer, felicidad. Se que no estaría bien. Y por favor deja las medias verdades que te conozco tanto como me conozco a mí, porque somos iguales, felicidad. Dime quien te partió el corazón el día de hoy, felicidad.

Ven, toma mi mano y vayamos por un café a algún lugar cercano. Déjame jugar con tu cabello, felicidad. Juega tu con mi gorra. Te ves realmente hermosa con ella, felicidad. Estas encantadora, cara de pecado y cuerpo de delito. Mas, mejor me detengo, felicidad. Sabes, somos amigos y te quiero muchísimo y no quiero que el verdugo se despierte, no ahora que la pasamos tan bien. Mejor comete mi dulce, ven. Juega con tu café. Olvídalo todo felicidad, se feliz que así me haces feliz a mi. Ilumíname con tu sonrisa. Al menos por fuera. Quien sabe mas adelante, tal vez... Tal vez.

Texto agregado el 14-12-2004, y leído por 116 visitantes. (0 votos)


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