¿Y qué puedo hacer si Borges me niega con su mirada?
¿Y a quién lloro si los sentimientos se truncan por vinilos?
¿Tengo otro par de ambos?
¿Puede sentir miedo, sino siento la calidez?
Al fin esperanza me queda si veo las cefeidas, pues el llanto se torna un clásico y el oro transpira carbón en manos de alquimistas moribundos y rurales.
No olvides ser oro cuando ella toque tus manos y no presuma tanto sus manos.
Arden los siete mares, al ver que uno de ellos se queda inconcluso.

Clásicos de siempre. Clásicos de oro.

Construyamos un instante mientras la luz se torna naranja.
El árbol monta la cima y los lugares donde pueda estar.
Los ojos y las risas chocan en un latido; los ojos y las mujeres en mi silencio.

¿Y qué nos queda?

Recuerdo el momento que puede o no ser real,
pero el sexo en mis bolsillos y el perfume limón.
Ella que sube al carruaje y yo cesante en el actuar.
¿Dónde vas?
¿Recuerdo o verdad?
¿Caminos ínfimos o solo 3 meses de 3 días?

El momento que se recrea sin el profundo púrpura,
la pintura que veo y se esconde en vergüenza.
Recreo “Rayuela” y tu mirada como la de la “Maga”,
como el cabello que peino y el sol que te buscaba.
Hizo “blues”, mirada atenta a sentimientos no culpable.
Tenías atención y el radio sonaba en fa.

¡Y todo por estar acá!

¿Acaso es el aire o el despojo de luces que tartamudean rutina?
Como una congregación de besos hecha en Madrid, se han tomado estrofas del mundo,
y por animador un agridulce instante que se reproducirá en Argentina, al ritmo de un tango que bailamos y bailaremos, pues bailando estamos.