LA TABERNA Y EL CULO (Tentativo)
Un acto en cuatro cuadros.
PERSONAJES:
El Pianista.
Predicador 1.
Predicador 2.
Predicadora.
Los Ayudantes (Diáconos y diaconisas).
Los que dan su Testimonio.
El público.
Dos voces en el aire.
La voz femenina que recita la oración final. (opcional)
[Indicaciones de escenario, iluminación y generales omitidas en esta copia]
PRIMER CUADRO
La luz está sobre el estante del micrófono adornado con una paloma en pleno vuelo desde el principio. Desde siempre.
[Indicaciones para los Ayudantes, el Público, el Pianista y el Predicador 2 y Predicadora omitidas en esta copia]
El Predicador 1 se para frente al estante del micrófono, mientras los otros dos toman asiento, el uno junto al otro. Cuchichean entre ellos mientras el Predicador 1 coloca su Biblia en el estante, la abre y se dirige al público, con una enorme sonrisa que parece violarle la cara.
Predicador 1:
¡Bienvenidos al Show!
(El público ríe)
Predicador 1:
Hermanos, nuevamente el Señor nos ha reunido en su casa, así que comencemos dándole un aplauso grande, que es Él quien todo se lo merece. Un aplauso fuerte por favor.
(El público aplaude)
Predicador 1:
Con mucha alegría les cuento que ha sido una muy buena semana. Hemos ganado muchas almas para la Gloria y la Honra del Señor. Hemos andado en Tacastillo y allá en Sodomalapa salvando almas. Tuvimos una muy buena, una muy buena recepción por allá; la gente fue muy receptiva con nosotros; se ve que estaban muy sedientos de Vida, de la Palabra de Dios, muy hambrientos de la Palabra de Dios, y la Biblia dice que salvos son aquellos que tienen hambre y sed de la Palabra. (Alguien en el público grita: ¡Amén!) Así que venimos muy contentos, ahora al final de esta semana, muy bendecidos. Un fuerte aplauso para el Señor. Aplauda a su Señor.
(El público aplaude)
Predicador 1:
Pero desgraciadamente no sólo hay buenas noticias. Vea que el diablo nunca descansa. Ha llegado a mi atención que se han hecho pleitos entre las personas que venden los asientos allá afuera, cosa que nosotros jamás hemos aprobado. Mamitas, déjenme decirles que esto se acabó. (El público aplaude satisfecho) Déjenme decirles que ya estuvo. Ahora en adelante, las puertas se abren a las cinco de la tarde y sólo su trasero reserva el asiento. (El público vuelve a aplaudir con satisfacción) Decomisaremos objetos colocados con este objetivo. Voy a estar pendiente. Habrá seguridad, especialmente de la de mi Comandante. (señala hacia arriba y el público aplaude en reacción) No dejen objetos suyos en los asientos para reservarlos porque estos serán decomisados. Carteras, peinetas, diademas, panderetas, sombreros... velos... teléfonos celulares... la suegra... (Estalla nuevamente la risa del público) Cualquier chunche que quiera dejar ahí, ya no lo va a encontrar papá. Mejor siéntese y quédese ahí; no ande dando vueltas. De ahí la gente acomodada verdá, que gastaba ese dinero en comprar asiento, mejor póngamelo en la ofrenda hombre; en el diezmo del pastor... ¡Digo, del Señor! (La risa del público le sigue al comentario) Pero ya no siga. Aquí ve, éste es mi asiento: ¡Tu abuela! (Más risas, seguidas de un tono muy serio) Han colmado mi paciencia. Nuestros asientos no le pertenecen a nadie, más que a Dios, porque la Biblia dice que todo lo que existe bajo el Sol le pertenece a Él.
(Aplausos)
Hoy nos acompañan las hermanas del Instituto del punto de la Í. ¿Dónde están? Pónganse de pie. A ver, no las vemos. (Al reconocerlas, las señala) Ahí están ve, un fuerte aplauso (comienza el aplauso) para nuestras hermanitas del Instituto del punto de la Í que nos acompañan esta tarde. Muchas gracias por estar con nosotros. Muchas gracias.
(Cesa el aplauso)
También mis hermanos, quiero anunciarles que aquí les tenemos su música. Aquí están sus alabanzas para que las pueda escuchar en su casa o en su carro para tener más cerca la presencia del Señor en su tiempo libre. Tan linda que es la música para el Señor, esas alabanzas que tanto le gusta cantar con nosotros. En vez de escuchar esos merengues esos salsones. (la gracia de los movimientos de mofa de baile causa la risa del público) Y recuerde, diga NO a la piratería. Ya sabemos de hermanos que han reproducido los CD’s y los casetes para venderlos a dos dólares después. Sólo recuerde que lo barato sale caro, y pueden dañar sus equipos; además que dañan a la casa del Señor ya que usted sabe que esos fondos son utilizados para ganar almas para la Gloria y la Honra del Señor. También tenemos agendas para los señores trabajadores. Las agendas traen una cita bíblica muy bonita para que usted lea cada día; están muy muy bonitas, también hacen un buen regalo. También están las recetas culinarias elaboradas por nuestras hermanitas de la cocina, que son comidas muy ricas; también las puede comprar aquí.
(Una pausa. Silencio. Cambia el tono, al de una súplica.)
Bueno hermanos, ha llegado un momento muy importante para el Señor.
(Una pausa. Silencio.)
Hay que dar un poco, un poco de vuelta por todo lo que Él nos da.
(De la nada surge una tonada de piano muy suave y relajante, simultáneamente comienzan a movilizarse los Asistentes de la misma forma mecanizada, con canastillas en las manos, recolectando dinero entre el público. Todos contribuyen. El discurso no se detiene.)
No demos con pesar, Dios ama al dador alegre.
(Una pausa, la actividad de los Asistentes continúa, la música se mantiene siempre)
Sin tristeza.
(Una pausa)
Una Voz en el aire:
¡Ay! ¡Arráncame esta pena Señor!
Predicador 1:
Sin tristeza por desprenderse de lo pasajero.
(Una pausa)
Juguémonosla.
(Una pausa)
Invierta en Dios.
(Una pausa)
Otra Voz en el aire:
¡Véndeme una parcelita en el cielo!
Predicador 1:
Todos segaremos.
(Una pausa)
Una Voz en el aire:
¡Véndame un alma pura! ¡Véndame! ¡Le compro una buena vida! ¿Que no ve que ya no aguantamos tanta miseria?
Predicador 1:
Cante conmigo.
(La música acompaña a la melodía)
Bueno es el Señor,
Es el sueño del mundo.
Bueno es conmigo,
Me ha traído,
Me ha salvado,
Contento estoy,
De poder devolver,
Un poco de tanto bien.
Cante al Señor.
Bueno es el Señor,
Es el sueño del mundo.
Gracias Señor,
Por cuidar a tu oveja,
Bendito sos;
Me olvidé de mis penas.
Gracias Señor,
Bendito sos.
(La música continua empapando el fondo)
Dios les bendiga. El Señor no se olvida de aquellos que lo recuerdan. Un aplauso al Señor. ¡Un Aplauso Grande! (Comienza el aplauso que se mantiene hasta el final) ¡Porque grande es Su Misericordia! ¡Porque nos ha traído! ¡Porque somos dadores alegres! ¡Aleluya! ¡Alabado sea!
(Continúan los aplausos)
FIN DEL PRIMER CUADRO
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