Me apasioné por las palabras, tanto que coseché todas las del universo y, enhebrando por sus ojos la aguja de mi pasión, me hice un collar.
Y las palabras me hablaron, me contaron la historia de aquellos hombres que, habiéndolas forjado, se creían sus amos. ¡Fanfarrones! Las palabras no son creaciones, son creadoras. Por supuesto que los hombres han creado las palabras, pero es porque las palabras, anteriormente, habían creado a los hombres.
Las palabras nos contemplan desde que existe la eternidad, no ¡desde mucho antes! Las palabras son estos puntos de luz que resplandecen en el cielo y que llamamos estrellas. Mirad como nos hablan: soy la Osa Mayor dicen unas, yo el Carro de Orión. Mirad la Vía Láctea, ella es toda la poesía del mundo, dónde están concentrados lo dicho y lo escrito de todas las generaciones venidas y por venir, todos los textos, los que fueron escritos, y aquellos que aun no han sido soñados, todos caben en estas dos palabras: Vía Láctea.
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