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El segundo perdido


- Ya voy mamá, sólo un segundo. – dijo Pedro desde el taller contiguo a la casa familiar.

Pedro se afanaba en la reparación de un reloj de pulsera antiguo y creía estar a punto de arreglarlo, cuando saltó la sorpresa. No daba crédito a sus ojos, creía haber visto salir del reloj, un segundo. Se restregó los ojos una, dos y tres veces antes de volver a mirar, pero allí seguía el segundo sobre su mesa de trabajo.

Pedro era un relojero joven, pero con mucha experiencia, había empezado a ayudar a su padre en el taller cuando contaba apenas 8 años, y ahora, después de 18 y tras la desaparición de su padre, el negocio de reparación y venta de relojes era regentado por él.

Una vez superada la estupefacción inicial, tomó la lupa Herter de 130 mm. y con su brazo flexible la colocó sobre lo que creía era el segundo. Tras el primer vistazo contuvo la respiración hasta tal punto que sintió como el cerebro suplicaba a sus pulmones que enviarán oxígeno urgentemente ya que el colapso era inminente. La orden fue atendida in extremis y la situación se solventó, no sin un rosario de toses, vahídos y pérdidas de orientación. Cuando fue capaz de articular palabra instintivamente exclamó: - Por Dios ¿Qué es esto?- y cuando fue capaz de ordenar sus pensamientos, comenzó a escrudiñar el objeto. Cogió una pinza y delicadamente lo rotó bajo la lupa para observarlo lenta y minuciosamente. Pasaron minutos eternos hasta que Pedro tomó conciencia del objeto y se dijo:

- Si esto es un segundo, en este momento tengo delante la evidencia clara de que el tiempo se puede acumular.

Inmediatamente, tomó un reloj antiguo automático lo abrió, dejando la maquinaria al descubierto, y con una pericia inimaginable, dado el nivel de concentración del momento, colocó el objeto sobre la misma y soltó el objeto. Inmediatamente el objeto se “fundió” con la maquinaria y el segundero dio un respingo unitario y se detuvo.

Pedro quedó perplejo. Su segundo había desaparecido y por un momento no supo que hacer, ¿había perdido su tesoro?. Comenzó a mover el reloj hasta que el objeto volvió a aparecer y cayó nuevamente sobre su mesa de trabajo,.....sus ojos se salían de las orbitas.

Fuera de sí, dado el nivel de excitación alcanzado, le espetó a su madre:

- ¡Mamá, tienes un hijo que es genio!, ¡Acabo de conseguir acumular el tiempo!,
- ¡Ay, no! – exclamó su madre.
- Debe ser de familia, recuerdo que papá estaba obsesionado con el tema, pero nunca lo consiguió – apostilló Pedro -

Su madre quedó lívida tras el anuncio y su cabeza se vio invadida de miles de recuerdos, mezclas de un mucho de dolor y un sinfín de sufrimientos. La historia se volvía a repetir, su marido se había obsesionado con la misma idea y lo había perdido tras una no poca dolorosa travesía por hospitales, médicos contradictorios, tratamientos milagrosos, muchas lágrimas y un largo y agónico final, que su memoria se había encargado de desmembrar en pequeñas micro dosis asimilables por su consciente vital. Esto y la responsabilidad de salir adelante por su hijo le habían permitido y obligado a continuar viviendo.

Pedro volvió a coger su pequeño tesoro temporal con las pinzas, lo colocó nuevamente sobre la maquinaria y se repitió el mismo fenómeno: el segundero dio un nuevo respingo. Una excitación desbordada inundaba el taller de reparaciones, comenzó a agitar el reloj y esta vez no ocurrió nada. Tras múltiples intentos infructuosos su excitación fue mutando hacia la desesperación, la misma que lo llevó a exclamar:

- ¡Mamá!, ¿No has visto mi segundo perdido?
- ¿Qué? – contestó su madre atónita

Un escalofrío de pánico recorrió su espalda cuando fue consciente de que si su marido había sido el primero, su hijo, su pequeño tesoro, ahora podría convertirse en el verdadero segundo perdido.

Texto agregado el 11-12-2004, y leído por 290 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
08-08-2007 Notable, lo disfruté, gracias! eride
07-09-2006 Vaya, tanto TIEMPO aquí y yo sin conocer esta joyita... es lo que pasa cuando se pierde el tiempo. Saludos. luna-lunera
25-08-2005 este cuento demuestra que todo encuentro denota un riesgo. Bien por tí. Un puño de estrellas MUCHOCARAJO
14-03-2005 Buenísimo, deliciosamente fantástico. Es un punto de cuento. Saludos. nomecreona
01-03-2005 Es perfecto, te diría que no solo literal sino temporalmente perfecto. Una imaginación real y ferviente que maravilla. Un abrazo y mis estrellas. carloel22
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