Con el paso del tiempo la bien bendita tanga a dejado de ser un elemento promotor de la excitación de los roedores de mi cabeza para transformarse en un bien común devaluado. Debo, a pesar de mis mejores intentos de evitarlo, caer en el lugar común de "tiempos eran los de antes" en los cuales la tanga negra bajo el pantalón blanco no era ni mas ni menos que el signo de que estabamos frente a una mujer que se las traía, por decir de algún modo, entre las piernas. Eran tiempos aquellos en que la mujer con tanga era inclusive estimada como LA MUJER, atrevida, desprejuicida sexualmente, codiciada por multitudes y digna de cierto sediento respeto. Ahora, por el contrario, cualquier mujer de mediocre sexualidad se camufla bajo la tan popular tanga. Gordas, rellenitas, flacas, veteranas, robustas y menuditas usan la tanguita entre sus nalgas sin poder al hombre selectivo hacer diferencia alguna. Pero si hay algo que me ha caído como un pino de punta en plenon cráneo es que la mayoría de las damas alegan el uso de la diminuta ropa interior a "la comodidad" que esta brinda. Me resulta patético y hasta me transmite cierto sentimiento de horfandad que no sea considerado el efecto que la tanguita produce en NOSOTROS fervientes miembros del gremio masculino. Me es traumático concebir que una chica que salga conmigo se coloque una tanguita no pensando en mi sino en su comodidad, me parece inmundamente narcisista y hasta irrespetuoso a mis mas naturales instintos. En el fondo prefiero evitar este pensamiento considerando que no debe ser nada cómodo tener una tira de lycra o algodón surcándote el trasero sin la subliminal segunda intención de hacer desviar nuestras cabezas. Respecto a los hombres adeptos al uso de tangas, creo que no merecen siquiera capitulo aparte. Llegamos así a un punto en la historia de la humanidad en que se va por la vida indiferente a semejante cantidad de traseros entangados, ya ni siquiera se levantala vista del diario o se desvía la vista del volante para capturar la otrora afamada panorámica. Queda entonces sólo resignarse a la espera de algún otro revolucionario atrevimiento que haga colapsar los adormilados roedores.


se agradecen comentarios de toda índole inclusive verduras y ballyets, sólo para sentir algún vínculo con el afortunado lector