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Este ensayo habla sobre la relación que se puede encontrar entre los conceptos “Ciudad”, “Amor” y “Viaje”.
Para empezar voy a tratar de definir el significado de estas tres palabras según mi punto de vista, pero también basandome en distintas experiencias, vivencias y datos concretos.

Primero la “Ciudad”; la ciudad es el área, el lugar dónde vivimos, dónde se construye nuestra vida. Es un símbolo, nos entrega una identidad ya que es el lugar donde nacemos, crecemos y nos educamos.
Al pasar por sitios conocidos recordamos el pasado, en el día a día vivimos el presente y visualizamos un ideal esperando construir el futuro.

Cada ciudad tiene su atracción, ya que sin ella, no podría denominarse así; no podría ser el lugar que cada hombre elige para vivir, no podría ser un centro dónde muchos deciden quedarse e intentar construir algo.
Hay tantas cuidades en el mundo que nisiquiera podemos imaginarlas; si países hay miles, y cada país posee su o sus cuidades, entonces el número se vuelve inpensable.
Grandes, pequeñas, importantes mundialmente o importantes sólo para algunos, centros de cultura o centros de consumo, pobres y ricas, lejanas y cercanas. Una cantidad estratosférica de ciudades existen hoy en día en la Tierra, y lo mejor de todo, es que aún asi, cada una guarda sus secretos, su gente.
En las ciudades se mueve el mundo, se descubren los avances, y se intentan conservar las reliquias.

Debo reconocer que en mi vida he visto bastantes ciudades, más de las que yo creía que vería a esta edad. He visto ciudades antiguas, otras no tanto. Con su historia hecha y otras en proceso. He visto sus gentes, millones de personas ninguna igual que la otra, caminando, corriendo, vagando, trabajando, buscándo, buscándose. También he conocido el cansancio, el encierro, la rutina, la costumbre, el tráfico, los ruidos y las luces que nos persiguen día a día, a los llamados “Citadinos”.
Pero no todo en la ciudad es histéria y mal humor; también se proyecta la cultura y los idiomas, las ideas y posibilidades, las fiestas, los amigos y la familia.

Como todo en esta vida, la ciudad tiene aspectos buenos y malos, y supongo que los buenos son mayoría, ya que si no fuera por esto, no se concentraría la mayoría de la población en ellas. Talvez con el tiempo las cosas han ido cambiando y cada vez las ciudades se van convirtiendo en un espacio mas desagradable para vivir, pero es uno de los costos que tiene la globalización y la expansión; todos queremos ser parte y estar allí, donde pasan las cosas, todos queremos ser elenco del espectáculo y no sólo espectador.

Es aquí cuando interviene el viaje.
Aunque los seres humanos por naturaleza queramos ser siempre centro de mesa, llega un momento en el que ya no podemos más, y la presión, el cansancio y la exigencia nos gana. Cuando esto sucede nos empezamos a plantear la idea de viajar, de salir de aquella burbuja en la que vivimos cotidianamente para poder conocer cosas nuevas y alejarnos de las preocupaciones y deberes que nos exige la sociedad.
El viaje es mucho más que sólo irse de vacaciones a alguna parte, tomar un avión o un automóvil, y quedarse todo el día en la playa tomando sol.
Yo creo que los hombres necesitamos viajar, y no solo cuando hace calor; no solo físicamente. Para mí existen varios tipos de viajes.

El viaje “turístico”, es aquel en el que somos una pequeña parte de un grupo extenso de personas, con las mismas metas que nosotros, es decir, con el fin de conocer.
El turista es el extranjero, el hombre de América que viaja a Europa, o el europeo que recore África. En síntesis es aquél que quiere recorer otras tierras dentro del mismo mundo, que necesita conocer otras culturas, que desea conversar con otra gente, que anhela escuchar otro idioma, en definitiva, que necesita salir de lo común.
Talvez nos gusta tanto viajar a otros países porque, aparte de lo mencionado anteriormente, necesitamos descubrir qué hay mas allá de nuestro entorno, y si los demás son como nosotros, si piensan como nosotros, si bailan como nosotros, si comen como nosotros... Necesitamos sentir que no somos únicos en el mundo, y que formamos parte de una inmensa cantidad de personas que, con pequeñas diferencias, ya sea físicas, culturales, o ideológicas, están igual de perdidos que el resto.
Aunque al hombre le gusta sentirse “especial” y llamar la atención, el echo de llegar a ser “diferente” le atemoriza. Alguien “diferente” es alguien renegado por la sociedad, alguien que no pertenece a la masa, que se sale de las normas, y por lo tanto que no debería tener los mismos derechos que aquellos que sí son “normales”.
Por este motivo necesitamos saber si el resto del mundo es como uno, si cumplimos las normas, si no estamos sólos.

Otro tipo de viaje es el viaje “interno”; aquel con el que nos evadimos del mundo, en el que buscamos algo completamente distinto a lo que nos ofrecen diariamente, dónde el único que conoce la ruta es uno mismo.
Este viaje consiste en una estadía mental, sin rumbo conocido. Físicamente nos encontramos donde siempre, pero nuestra mente nos permite viajar y olvidar.
Para mí es algo esencial, que no de puede, ni debe evitar; no todos tienen los recursos monetarios, el tiempo necesario, o simplemente las ganas para poder escapar de lo cotidiano, por esto aveces necesitamos encerrarnos en un mundo íntimo para descansar.
Los sueños, yo creo, son un ejemplo de este viaje.
Soñamos todas las noches, siempre algo distinto, cosas fantásticas, imposibles e inimaginables. Cosas que deseamos, o que tememos, pero siempre es algo que el subconsciente guarda dentro de sí para sacarlo fuera durante unas horas y permitirnos viajar y viajar sin sentido ni mayor importancia, sólo por placer.


Y ahora volvemos a la ciudad para dejarle espacio al amor.
Como dije anteriormente, la ciudad es un punto de encuentro, un lugar de experiencias y vivencias, dónde conocemos gente, hacemos amigos y formamos una familia.
Cuando salimos a comer o a trabajar, a pasear al perro, a comprar una revista o simplemente a caminar sin rumbo, miles de cosas pueden suceder.

Como bien se plantea en el libro “Rayuela” de Julio Cortázar, la ciudad posee una mágia que no poseen otros lugares. Esta novela es el claro ejemplo de los encuentros casuales que se pueden producir en una ciudad.
Al transcurrir en Paris y Buenos Aires, dos cuidades cosmopólitas, llenas de gente, movimiento, calles y avenidas, se deja ver todas las posibilidades que ofrecen las ciudades, y que el encuentro del “alma gemela” no es imposible.
Con un simple trayecto diario, común y aburrido se puede encontrar, sin esperarlo, a la persona exacta, la esperada.

El metro, los paseos, los parques, el cine, los museos, autobúses, restaurántes, teatros, librerías, tiendas... miles y miles de lugares a simple vista ordinarios, pero que por una casualidad pueden convertirse en espectaculáres.

Si bien el encuentro del “alma gemela” o “media naranja” es algo poco común, también existen otros tipos de amoríos posibles en la ciudad.
El simple echo de sentarse en una banca y ver a la gente pasar nos hace enamorarnos. Talvez una de esas muchas personas nos llame la atención, nos distraiga. Suele pasar que, al observar, caemos en el “amor a primera vista”.
Este sentimiento puede ser con mayor o menor fuerza, puede que pervalezca o desaparezca al día siguente, que lleguemos a concretizarlo y a vivirlo junto a “esa” persona, o simplemente recordarlo.

Existen miles de opciones de amor en la ciudad, ya sea como algo serio y verdadero, o un simple filtreo pasajero.
También hay espacio para el “amor platónico”, el más imposible de los imposibles; el más fantasioso y perfecto. El que dura por siempre, pero siempre escondido.
Nos podemos enamorar “platónicamente” desde la persona que vende helados en la esquina, hasta del ejecutivo que vemos salir todos los días de su oficina; del chofér del bus o de la mujer que hace el mismo recorrido diario en el metro.

Miles de amores secretos se esconden en las ciudades. Miles de promesas de acercamiento, de pactos de valentía, de juramientos de amor eterno.
Cantidades de obras de arte representantes del amor, ya sea fotografía, pintura, teatro o literatura, toman lugar en la ciudad.

Es un espacio creado por el hombre para vivir en comunidad, respetando el individualismo.
Es un recinto cerrado, extraño, incontrolable, en el que sus únicos protagonistas somos nosotros.

Más allá de ese lugar frío, sucio y ruidoso, la ciudad es un espacio dónde millones de vidas se crean, nacen y mueren; donde se aprende a sentir, a viajar, a amar.

Texto agregado el 10-12-2004, y leído por 134 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
10-12-2004 la ciudad tiene muchismos mas significados, t elo digo yo que me josdirron todo un semestre con eso!!! jajaja, lee a camilo site te va a gustar... bien la radiografia de la ciudad , cada quien tiene un estilo de definirla y el tuyo me agrado... y si en cualquier ciudad encuentras tu alma gemela, crei haberla visto muy lejos de aqui, muy muy al sur... Arcano20
 
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