Paginas de un libro extraño,
Lleno de golpes caídos y dolor tras los ojos,
Rellenan mi cabeza al momento del recuerdo.

Es que son tenazas de rencor,
Tan grandes y tan pequeñas aveces,
Que cierran y abren las puertas de mi inseguridad
Para golpear con un lamento muerto el dolor de mi alma.

Es que son relámpagos de maleza,
Que crecen en las lenguas del abraso paterno
Y arremeten contra los pasos del caminante ciego.

Y con gusto a muerte,
Mi alma recuerda el lápiz para escribir a la noche del corazón,
Y es ahí cuando la mirada de mis ventanas se cierran a lo social
Pero también proclaman un grito con olor a búsqueda.

Cuchillo en mano cargo para matar palomas,
Y una pluma perdida se cuelga de mi mano al momento del llanto.

Como un péndulo me tambaleo entre el grito sin garganta de Neruda
Y entre los colores de alma nueva, que me recuerdan que vivo.

Con cadenas me aferro al cielo del pensamiento
Y con ojos sin párpado me sorprendo del mundo.

Es la penumbra mas allá de sí misma
Quien entra por mis poros
A caminar el sendero en busca de mi alma.

Pero no puedo ser un estafador,
Bajo el sello esta la cara.
Existen las flores de la luna bella,
Más seductora que la lujuria,
Que se sacrifican para demostrarme que los cantos de unidad y utopía
Son la respuesta a mi sanidad.

Tantas paginas que fueron y que son,
Tantas otras que serán, para hacerme creer.

Pero esto no seria confesarse con el lápiz
Si no sacara la verdad,
Que es mas verdad que mi propia verdad...

Porque yo no se, yo no veo, y aveces no siento la verdad de mi alma.

Como un mediador debo reconocer al pequeño niño asustado,
Que guarda entre sus manos la caja de la interrogante
Los sabores a tambores y música,
Y los mosaicos de capullos maternos.

Aunque esta ultima verdad, haga que no caiga aun al final.