Desplomándome en el asiento del bus recién puedo tomar aliento, me carga llegar tarde y peor cuando tengo que tomar el bus para viajar, pero vale la pena el retrazo, cierro los ojos y automáticamente veo sus labios semi abiertos, listos para ser besados, me muevo y siento el perfume de su piel pegado a mi, observo mis manos y puedo sentir su cuerpo en ellas, puedo tocar sus …“boleto señor” y me aterrizan de un golpe, “¿terminal señor?” “si” respondo con apuro con el mas ardiente deseo de poder volver a mis recuerdos, a mi intimidad con su carne , a sus dulces quejidos, a su boca devoradora de mi cuerpo que me enloquece… y pensar que solo hace unas horas fue mía y ya echo de menos el calor de su cuerpo, un suspiro se me escapa de mis labios y el movimiento del bus comienza a adormecerme y cierro los ojos para ver mejor su cuerpo cansado y feliz después de poseerla, su melena en desorden sobre la almohada, con sus labios rojos ..y sus mejillas sonrosadas… y la suave piel de su cuerpo cerca del mío………” ¿Bolso rojo es suyo?, ¡Señor, Señor!!, ya llegamos al terminal” y de un golpe recibo el bolso en mis piernas y despierto de mi sueño con un horrible dolor por el golpe del bolso en mi estomago, tropiezo en el pasillo con un tropel de de gente y el infernal barullo de la capital en mis oídos. Mi despertar abrupto me comienza un dolor de cabeza y más encima apenas puedo bajar del dolor de espalda; echémosle la culpa al viaje y no a lo demás, apenas pongo un pie en la acera suena el maldito celular.
“¿Viejo ya llegaste, como te fue en Rancagua? ¡Los niños te esperan para celebrar tu cumpleaños! ¿Estas en el terminal?”, el cansancio y el hastío se apodera de mi, me mata el dulce recuerdo de Aurora gimiendo; se borra de mi mente su joven cuerpo y aparece frente a mis ojos la regordeta figura de mi mujer siempre rodeada de mis hijos, tan poco apetitosa, tan cotidiana, la rutina me atrapa y con voz cansina respondo”ya gorda, ya voy….ya voy”.
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