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Inicio / Cuenteros Locales / Runner / Ararillea la mañana (Segundo capitulo)

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"No dejaré que entiendas nada hasta la próxima sesíon"....me sentía acorralado.
Traté de distraer mi atencion con la entrecortada voz de la radio colocada de lado en la barra que alguien habia salpicado de aquel café maloliente...fué inutil.
Me levanté casi de un salto ante la indiferente mirada de los demás clientes que, prisioneros de sus penas no levantaron la vista de sus consumiciones.
12:37, mi móvil mostraba de reojo la hora mientras ocultaba sin piedad las ansiadas barritas de cobertura...el calor comenzaba a marcarme los pómulos. Inconscientemente me arrodillé en la carretera, clamando al ángel en mi ayuda, el cual apareció a mi lado, junto con el recuerdo de una vieja cancion, de esas de las que no conoces nombre ni autor: "....Caen lágrimas del cielo, sobre mis heridas, me alegra que hayas venido, para verme morir...........".
Una de esas lágrimas empapapó mi muslo postrado en tierra, pero no me importaba, me sentia bien.
Cuando abrí los ojos, el coche estaba ya solos unos metros, tratando de frenar desesperadamente.
La última imagen que se mi vino a la cabeza fué la de esos carteles semidespegados en los asientos de los autobuses: Te puede pasar a ti.
Creo que nunca llegué a estar totalmente inconsciente hasta mi llegada al hospital, aunque lo deseaba con todas mis fuerzas.....aliviar mi dolor.
No sentia mucho movimiento a mi alrededor antes de abrir los ojos, lo que a mi entender me decia que no podia estar demasiado grave.
Como de costumbre, traté de alisarme el pelo con la mano, y al hacerlo, sentí una fuerte punzada de dolor en el brazo, que me recordaba friamente la via de suero que me habian colocado hacia rato.
A la llegada del médico, las preguntas brotaron insistentes de mis labios, casi todas con respuesta agradable por parte del doctor.
Aquel caballero de pelo negro engominado, tenia por nombre Fernando Pereira, y en el momento de nuestra primera conversacion daba la impresion de no haber dormido en meses.
Robusto y no muy fluido en el habla, daba trato a los pacientes con unos modales paternales, cálidos aunque severos, probablemente forjados por una educacion religiosa.
De forma sencilla, sin alardear impertinentemente de tecnicismos y latinismos varios, me contó que tenia un brazo y tres costillas fracturados, asi como graves contusiones en el torso y cabeza.
En su afán de investigacion, realizó hipótesis preguntándose como habia podido ser atropellado en una carretera casi desierta, en la que cualquier vehiculo podia ser avistado a cientos de metros....preguntas para las que no tuve respuesta.
Y me dejó el médico concediendome aquello que tanto temia: Tiempo para pensar.
El viento golpeaba las ventanas mal selladas de la planta tercera, en la que una trataba de adivinar las pastillas que correspondian a mi compañero de habitacion.
"Princesa", como solia llamarla el senil anciano con el que compartia mi estancia, tenia muy desgastada la placa de enfermera, de la cual ya solo se distinguia vagamente alguna que otra letra de su nombre y apellidos.
Sin tarea mejor en que ocuparme, dediqué dias imaginando que nombre podia ocultarse tras aquellas facciones estilizadas, incluidas en un rostro de aspecto decidido, que no parecia sino ocultar un mar de dudas, de fragilidad.
Movíase la muchacha con una elegancia impropia de aquel entorno, tal vez fantaseando con aquel principe azul que nunca llegaria.
Avanzada ya mi recuperacion, mi curiosidad casi obsesiva me invitó a pasear por los pasillos de la planta, observando como un niño, todo a mi alrededor, absorviendo como una esponja momentos fugaces de las mil historias que llenaban las habitaciones contiguas del centro.
"Un hotel de muera y pague después", solia gruñir entre dientes Don Vicente, mi anciano y senil compañero de tertulias.
Huraño por educacion paterna, y poco querido por los suyos (como demostraba la ausencia de visitas que recibia), se autocompadecia en su orgullo, asegurando que aquellos eran sus últimos dias sobre este mundo.
Viejas historias solo interrumpidas por incoherencias propias de la edad, pusieron música de fondo a mis dias de recuperacion.
No era dificil ver al ángel en aquella situacion, demasiado ocupado para hablarme.
En medio de las confusiones, las luchas interiores.......cuando nuestro orgullo de animal acorralado nos impide pedir ayuda, el se mantiene al margen; es todo un caballero. ¿Verdad?
Por fin comenzaba a comprenderle, a amar al ángel del que siempre habia huido, al que solo habia querido escuchar tras mis victorias personales, cuando todo estaba resuelto....la cama es el mejor remedio.........dice el ángel

Texto agregado el 08-12-2004, y leído por 129 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
08-12-2004 soy yo el de la mahou 5*, lo mejor "caen lágrimas del cielo" (me trae recuerdos), lo más curioso, q este tenía q ir por el hospital con la cosa esa de hierro q tiene el suero y con un brazo y tres costillas fracturados, además de contusiones en el torso y la cabeza, pero q le dió tiempo a recorrerse todo el hospital... Se repondría rápido. El escrito en sí es muy bueno. Sigue así!!! pabliniking
 
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