Y espontáneo apareció el tal vez,
hijo del azar
nieto del jamás y del será;
juego tendencioso, algo maquiavélico
y de vez en cuando prepotente…

Tiempo enceguecedor
aguaceros invernales,
nauseabundos arreboles, patológicos inviernos
se bifurcan hoy entre arcoiris incendiarios
que te descubren a lo lejos,
a lo lejos
cada vez más cercana
cada vez más innegable e imprescindible.

Descuento los segundos en estas palabras
tal vez taciturnas
de olas marchitas
pero incólumes anhelantes de tu historia.

Embriagado
como en la última copa de anoche,
adormecido
como en el último apretón de morfeo,
descubierto de cada oscuridad
apelmazado de cada esperanza,
el cielo
ese del color de tus ojos
cae de improviso con cada fantasía
con cada anhelo,
incendiando, revoloteando
alando al olvido,
dispuesto a volver a morir
trasvasijando cada tal vez
en el azar de reencuentro