A fin de cuentas vivimos en nuestra propia realidad. Hoy la luna está blanca, más blanca que las nubes cegadoras del Sol. Ya no hay más estrellas, ya no existe la noche, el ocaso de los sueños. (El sonido de los zapatos de metal, arrastrándose por el asfalto, igh igh igh, las piernas bien abiertas, tambaleando su torso de izquierda a derecha camina el hombre de los zapatos de hierro, se acerca). Valores pegados con cinta adhesiva, regateando a Caronte para hacer el viaje por unos centavos, un Prometeo vendedor del fuego al mejor postor, un padre sordo, todo perdona pero siempre castiga. ¡Ten miedo! (He observado: mi cabello cae tan fluidamente como aquella agua que me baña, se desprende de mi cabeza, cae de mi sexo, de mi lengua, hasta quedar en desnudo total, intimidad). ¿Puedo tajarte un dedo? Mmhh… Bueno pero no me vayas a manchar mucho. ¿Puedo sacarte un ojo? ¿Te vas a tardar mucho tiempo? ¿Puedo robarte el alma? ¡Ja, ja, ja! Gracioso. (Prefiero morir de hambre a que me arranquen las alas a moralismos, me roben el espíritu a convencionalismos. Convertirme en un esquizofrénico a oficinista. Prefiero envolverme en miedo a darle la espalda, entregarme por completo – pasión – a no dar la cara – socialismo – que es una muerte más desdichada. Prefiero ser mi propio héroe a ser un rostro para prostituir. Arte). Hoy no podía levantar mis pies, la gente suele alzar las manos para jalar al prójimo a su desgracia. (Ojo por ojo, diente por diente, vieja el último – o marica. Generación de la comida rápida. Haz clic aquí. Güey). “Morir es dormir”, cafeína, nicotina, aspirina, vitamina, cocaína. (Morir es vivir, y tal vez soñar y volar, alzar las alas y saltar). Las lágrimas empiezan a disolverme, el corazón aprieta con fuerza. (¿Quién está a mi lado cuando el viento sólo trae vacío? ¿Quién me abraza cuando ya no soportan mis piernas este cuerpo lleno de fatalismo? ¿Quién me protege de mí mismo cuando mi ser toma la daga de la crítica y cae severamente sobre la delgada piel de mi ser?) Miles de veces he muerto ya, miles de veces la única repuesta es la llegada del desamparo y su frío arranca vidas. Entonces me sumo a la desesperación, a la tristeza, a la soledad, y la ecuación queda en números, en gélidas estadísticas, en datos muertos. (“No me digas que estás muriendo, dime cómo lo haces”) Todas las noches la Luna muere ahogada en mis lágrimas (Desesperación, desesperación, ¡Desesperación! De-ses-pe-ra-¡ción!) Los sueños, cuando no son soñados, duermen, sueñan con nosotros. (Aquí en el mundo sin tiempo, aquí el recuerdo no tiene tierra, aquí los sueños ya no son útiles, ya no son soñados, recordados). Aquí en el inconsciente subconsciente residen las limitaciones impuestas y las lágrimas de los sueños muertos. (A fin de cuentas vivimos en nuestra propia realidad, por qué no terminar de transgredirla). |