Mí amor me implica;
mí temor me anuda a una inocente mirada,
de ojos verdes puros,
donde mí alma toma fuerza,
para admirar tu beldad,
y mí dios...
cegado por su reflejo,
se enoja por no poderla admirar,
la estrella que ilumina mí cielo,
condenando su esplendor;
condenandome la mar,
único camino,
que tu me serenas...
sirena de mí amor y vida,
navego por tu mar,
aunque no hubiera cielo,
aunque no hubiera estrellas...
te amo...
aunque mí viaje sin tu esplendor,
me hunda en el temor,
de conocer la existencia de un infierno,
sin tu brisa apacible,
que empuja mís velas,
hacia tu blanco abrigo. |