Me costo conciliar el sueño, tuve que tomar un par de pastillas para poder cerrar los ojos y descansar; en estos momentos es lo único que necesito. Aun así me desperté más temprano que de costumbre; no recuerdo bien lo que soñé, pero sin duda debe haber sido una sarta de imbecilidades, las que me hicieron despertar más angustiada que de costumbre.
El plazo establecido eran las tres de la tarde.
Entonces comencé con el ritual de cada mañana: me puse las pantuflas; fui al baño; prepare café, esta vez bien cargado y volví a la cama con mi tazón en la mano; desperté sin hambre, así que solo el café conformo mi escuálido desayuno. Nuevamente en la cama encendí el televisor y trate de concentrare en las estupideces que a esa hora me ofrece el pálido espectro de la televisión abierta. Quedan aproximadamente cinco horas para el plazo establecido y me es imposible dejar de pensar en ello. En un par de ocasiones anteriores pase por esto mismo, pero solo por exagerada, no había motivo de alarma, ahora es diferente, la angustia y la incertidumbre está latente en mi cabeza. Revise una y otra vez los datos de mi agenda, pero sabia que no podía fiarme de aquellas estadísticas casi azarosas. Trate de hacer una retrospectiva de las ultimas semanas, pero no sirvió de nada, no pude aclarar ningún punto, por el contrario la confusión se acrecentó un poco más.
Pensé en los personajes que formaban parte de mi vida en esos momentos y no logre rescatar nada, salvo la conversación con mi amiga de antaño, la que a mis temores y aflicciones solo añadió un corto pero asertivo comentario: "lo que pasa es que estas muy sola".
La consistencia de sus palabras solo me hace confirmar lo que trate de negar por mucho tiempo, en mi cabeza solo hay contradicciones. Creo que realmente estoy un poco sola. Cuando pienso en lo que podría cambiar o perder dentro de mi vida me horrorizo un poco, y asumo entonces que mi mayor temor es el cambio, me gusta la forma simple que tengo de llevar la vida, sin responsabilidades ni ataduras. El hecho de estar acostada no logro poner en calma mi espíritu, así que me hice el ánimo de levantarme y afrontar lo que me esperaba en cuatro horas más.
Aun sabiendo que mi suerte ya estaba echada, rogaba por un milagro.
Baje las escaleras y me senté en el sillón de la salita que da a la calle; estuve mucho rato mirando sin ver nada, retraída, ensimismada. Finalmente cuando logre incorporarme me di cuenta que la única razón para salir de mi letargo fue las ganas incontrolables de tomar agua, y una vez realizada esta acción el tiempo me sobraba, no tenía nada que hacer, volví nuevamente al sillón y espere ahí a que las horas pasaran. Dentro del aburrimiento y ocio que este estado me producida comencé a observar cada rincón de la casa, los cuadros, las plantas, el televisor, el estante donde estaban las fotos de mi familia, tan ajena a los temores y dolores que en ese instante me asechaban. Pensé en mi padre y en la distancia que ha tomado en el ultimo tiempo, estoy segura que no entendería nada, ni mucho menos trataría de consolarme, esta demasiado ocupado con sus problemas y su nueva vida que siento que soy para el una responsabilidad pasada que le quita energías actuales; en mi pequeña hermana, tan dulce e ingenua, ella estaría feliz; también pienso en mi madre y en como a mi edad ya tenia la vida armada y contaba con la estabilidad que por estos días yo no poseo.
Pero los tiempos son diferentes, ¿porque tengo que cargar con el peso de años de postergación por parte de mis antepasados?.
Dentro de toda la mediocridad del medio y de la sociedad lo único que se mantiene intacto, quiero creerlo, es el derecho a expresarme y opinar, ¿porque pretenden que siga tradiciones que no van con mí pensar ni con los tiempos?, ¿Quién determina cuando estaré lista para dar ese paso?. Creo que soy la única que puede decidirlo, ¡Por favor déjenme respirar!.
Estoy cansada de que esperen algo de mí, como si les debiera algo. Indirectamente mi entorno forja los pasos que debo seguir a medida que pasan los años, tal vez paso con ellos, pero ya no mas, quiero desligarme de las ataduras de una sociedad machista y represiva, quiero vivir a mi manera, quiero decidir lo que es mejor para mí.
Suena el teléfono, una voz algo preocupada me pregunta como estoy, si estoy nerviosa, si ya estoy lista; además me recuerda que quedan solo dos horas y que cualquier novedad se la comunique enseguida. Algo aturdida le respondo que no se preocupe, que estoy bien y confiada con respecto a lo que va a suceder, le mentí, pero no quiero tener que dar mas explicaciones.
Camino un poco por la casa, la llamada me dejo intranquila; hay alguien mas que espera ansiosamente el plazo establecido, eso me desencaja un poco, no quiero mas presiones, necesito resguardar la compostura y ponerme en todos los casos. No logro imaginar como será mi vida después de las tres de tarde, suena dramático pero suelo vivir todo de una manera intensa ¿qué tan malo puede ser eso?. Entonces el caos se vuelve tedioso, sé que ya es tarde para arrepentiste, pero como me gustaría que todo fuera diferente.
Tomo un ansiolítico, sé que no debo pero lo necesito más que nunca, coloco algo de música pero no logro seguir las melodías y el sonido se transforma en alaridos que solo me causan un dolor de cabeza horrible.
Ya no puedo echar pie atrás, solo queda una hora.
Por un instante pienso en no ir, quedarme en la casa o llamar por teléfono y cancelar todo. Me miro al espejo y no veo nada diferente, solo una mujer de aspecto demacrado y algo desarreglada. Entonces tomo energías y decido a dar el paso final. Debo alistarme y partí en menos de veinte minutos, para llegar a tiempo, nunca tan puntual, esa no es una de mis virtudes. Cuando ya estoy vestida trato de maquillarme un poco, algo de color no me vendría mal, decoro mis ojos de forma divertida, para que nadie note mi angustia y me juzgué apresuradamente. Comienzo a cerrar las ventanas en la casa, ya estoy lista para salir; me miro por ultima vez al espejo, como si supiera que a mi regreso el reflejo de mi persona seria distinto al de ese momento.
Cierro la reja y me encamino con paso rápido al paradero para tomar el bus. Mientras camino hacia ese lugar no logro pensar en nada, miro la hora y solo faltan 15 minutos, ya estoy atrasada. Estoy algo mareada.
Tomo el bus y me siento con algo de dificultad, no sé si es el calor de la ciudad o mi estado eufórico lo que sube mi temperatura corporal al máximo.
Esos diez minutos en el bus fueron horribles, sentía que todos me miraban, que me acusaban por no querer ser lo que esperan que sea. ¿Porque debo postergarme o asumir un rol para el cual aun no me siento preparada?. Cometo errores lo sé, es por mi humanidad frágil y débil, creo que aun no he madurado del todo, pero no pueden culparme por eso, no pueden culparme por querer que las cosas sigan tal como están, así me siento más segura.
Analizo lo favorable y lo adverso que presenta mi actual situación y su incidencia en mi futuro ¿cómo sé que es lo correcto?, ¿Cómo lo que siento puede estar mal?. Miro el reloj, las tres con siete minutos, en el próximo semáforo esta mi parada, me temblaba todo; el chofer me miro a través de espejo con algo de pena, tal vez percibió la agonía en mis expresiones y forcé una sonrisa.
Me bajo del bus. Camino un poco y entro al edificio, muy lindo por lo demás, se nota que es una construcción moderna, con ese estilo simple y poco acogedor, pero para este efecto me daba exactamente lo mismo. Me acerco a la recepción y la dama del mesón pregunta mi nombre. Acto seguido me entrega un sobre con mi nombre escrito en pequeñas letras azules; necesito respirar un poco antes de abrirlo, así que salgo del edificio y me siento en el suelo. Despliego el papel que se encontraba en el interior, busco ansiosa el resultado: NEGATIVO. No entendí bien los tecnicismos pero supe enseguida que la respuesta era no. Respire un poco mas calmada, pero con la amarga sensación de lo que no fue ¿era realmente lo que esperaba?. Tal vez ya me había hecho la idea de que estaba embarazada.
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