Cerca del centro
como de tu ombligo,
espero…
A que las hojas del verano me despierten,
y a que el brillo de las piedras no lastime…

Despunto al equilibrio
y lo atravieso,
cantando...
Como el mirlo sorprendido ante las luces,
que no deja de implorar amaneciendo…

Y en las yemas de los dedos tus pezones,
y en el agua transparente, mis silencios…
te conozco,
como al peso de un segundo en el espejo,
que florece por el borde de mis ojos.