Pero esa tarde solo había pensado en su pasado, en cuando menor jugo con el rifle de su padre y mato a aquella paloma coja y negra por el hollín de una ciudad envenenada, cuando por primera vez había besado a esa muchacha, era una joven fea que lo había conquistado con sus historias de un pretérito oscuro y sus versos de virgen encerrada; pensó aquella vez que en la universidad respondió el examen completo de Calculo III y como en los años que siguieron de su egreso feliz vagaba por el centro de santiago inventando teorías confusas sobre la relación de ese millar de zapatos con las miles de personalidades. No… nunca le gustaron los pies descubiertos, odiaba esa forma puntiaguda de aquella extremidad. Pero en si lo que mas lo asombraba era el frecuente esmero de las nubes por besarlo en el cuello. Y mientras él dormía su mente desplazaba lugares, instrumentos y situaciones que ameritaban su fotografía. En su momento reacciono buscando un papel y un lápiz pero fue como si las palabras hubieran hecho una huelga y se esfumaran en el olvido; porque lo de Ingeniero Comercial no se lo creía ni el mismo. Su padre lo había manipulado, convirtiendo su mente atiborrada de fotografías casi imposibles en una mente fría y calculadora. El problema es que era inteligente y supo sacar buenas notas y un par de teoremas imposibles.
Pero hoy desde la mañana le dolía vivir y recordó esas bellas palabras: “Sucede que me canso de ser hombre”, volvía ese viejo dolor en el pecho, con lo cual se sentía pequeño y cada vez que respiraba era como si el aire trajera una esencia maldita y lo matara mas, hasta que su cuerpo cedió y cayó en un sueño profundo sentado en una banca de alguna plaza que no reconocía.
“El mundo es lo que es y no lo que un hijo de puta llamado Einstein dice que es” escuchó confuso de entre la oscuridad y comenzó a deslumbrar en el centro de aquella visión un edificio gris, alto, con muchas ventanas, el mismo en donde una gran propaganda declamaba lo anterior. Alguien sube la música muy fuerte… era una canción de David Brubeck… un jazz urbano con un toque leve de lo clásico, y oyó a alguien tararearla con pasión…Se preocupaba mas él de la carretera, tratando de no escuchar los pensamientos de aquel hombre. El hombre llegó a su casa, abrió la puerta, la cerró bien asegurada y entro en su habitación. Se saco la polera, las zapatillas y se lanzo a la cama de espaldar para comenzar a observar su pie al abrir y cerrar el orificio que se formaba entre el pulgar y el “índice”… En eso suena el teléfono:
-¿Alo?
-Alo… ¿Andrés?
- Si, si con él…. ¿que pasa?
- Le debo comunicar algo-
- Dígame-
- (Sollozos) La flaca… la flaca esta muerta-
-(Silencio)-
-Dejó de existir hace 5 minutos-
- ¿Donde se encuentra?-
-Estoy con ella en su casa, llegue hace poco, pero ya no había nada que hacer… su boca… (Tiembla la voz) su boca estaba llena de espuma, en el velador habia una caja vacía de sus pastillas antidepresivas y en la mano tenia un copa con restos de un mojito muy cargado… ven no quiero estar sola, ya llame a la ambulancia…pero…-
- Voy… no te muevas-
Andrés buscó las llaves del auto, de la casa y fue a sacar su Camaro 67. Pensaba en lo estúpido que había sido, en que todo era culpa suya. Iba a 132 kilómetros por hora, por suerte quedaba relativamente cerca. Se bajó, el corazón ya se le escapaba, corrió escaleras arriba, encontró la puerta abierta y entró en aquella casa tan conocida, que la noche anterior los había albergado a el y a la flaca en una cena notablemente poética, ella le había leído unos de sus tantos poemas que le escribía a su amado “fantasma” y lo llamaban así por que nunca nadie supo de su boca quien era y él mostrándole unos discursos maravillosos sobre el amor que se dirigían a una supuesta Camila que no era mas que un disfraz del amor que sentía por la flaca. Tropezó con los libros viejos a medio empastar y los cuadernos atestados de letras con pésima caligrafía, que llenaban esa casa desordenada y con objetos misteriosos digna de una pequeña demente. Tomó el pasillo y llego a esa oscura habitación donde muchas veces la había soñado durmiendo en su pecho, ahora yacía inerte. A sus pies Carolina, una mujer joven muy bonita, fiel compañera de aquella caminante que ya no se levantaría mas. Carolina lo miró, comenzó a sollozar primero tímidamente y luego acercándose al cuerpo alto de Andrés, lloró con tal angustia que el observador también derramó pequeñas lagrimas. Andrés tomó a Carolina de la mano y la llevó a caminar juntos por esa ciudad en una noche triste y melancólica. Anduvieron abrazados en silencio, durante dos horas y media hasta llegar a un plaza en donde muy separados se sentaron en un rueda.
- Caro… yo… yo la amaba-
- Si lo se y ella también lo sabia-
- pero yo nunca se lo dije, solo… tu sabes… a través de Camila-
- pero ella tampoco te lo dijo-
- (Silencio) en realidad… nunca pensé que fuera yo su fantasma-
- Creo que por eso termino destruyéndose, no soporto esa herida constante de amar a alguien sin poder gritarlo y mas para ella que tu sabes como le costaba hablar con el resto-
- Dime ¿Por qué fui tan débil?
- Dime tu ¿Por qué nos ha tocado vivir esto?… hay cosas que simplemente son un misterio-
- Dime cuantos molinos gigantes eran-
- Solo tres: un beso, una caricia y un adiós-
Andrés sale bruscamente de la rueda y ayuda a salir a Carolina, van a una banca cercana y se da cuenta de que ella aun solloza, él la cobija en su pecho y caen dormidos por el cansancio.
… Caballero, Caballero, esta usted en un hospital, acaba de tener un infarto, abra los ojos si me escucha, luche que nosotros le salvaremos la vida….
Pero era inútil su corazón ya dejó de latir… Hora de defunción… 4:37 AM…
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