Trazas de sol entran en el dormitorio mientras amarillea la mañana, como queriendo esconderse en la cama huyendo del destino que alumbre nuestros corazones vegetativos tras el letargo siempre breve de la noche.
Antes de que piense, mis labios articulan de forma inconsciente las unicas palabras coherentes que diré en todo el dia, pero no me dejarán recordarlas, las quieren para si.
Dulces momentos antes de recordar por que te encuentras durmiendo en un hostal donde se nace cada dia al dolor del recuerdo,y la huida compartida del pasado hermana a los inquilinos que abandonan sus cuartos sin interés por regresar a ellos, sin saber si volveran o sufriran la misma melancolia en escenario distinto al morir el dia. Morir.......dormir.
Pido un café solo mientras estudio con la vista los asientos de conglomerado que han sido disfrazados de caoba oscura; cuyo deplorable estado me obliga a permanecer en la barra con la cabeza aún dandome vueltas de la resaca.
Trato de reconstruir la noche anterior, pero mi corazon no quiere hablar de ello, asi que me limito a escuchar las obligadas palabras amables que me dirige la camarera mientras llena mi taza de un café que parece sacado de las mismas aguas que suelta el servicio del fondo que puede contemplarse, solo de reojo, por que no se han molestado en colocar una puerta.
No entiendo nada......en la servilleta se dibujan mis pensamientos.
Mi angel me habla, solo una frase: "No dejaré que
entiendas nada hasta la próxima sesíon".
Dios tiene un delicado sentido del humor.