Como siempre, no estoy de acuerdo cuando temo del sentido del pantalón, cuando en ocasiones se logra la igualdad de las sillas y sus patas con duras garras no temen el dolor en el ordinario vivir de la vida, mas nada es igual y el amor; fruto de las caries de Adán y cierras los ojos, se acabó; la vida, la juventud, todo. Ya no queda nada más que un punto de partida hacia el nefasto cielo y la tranquila tierra que se agita cada dos años, o cuando se le da la gana. No es fácil creer que todo tiene un por qué. No es fácil pensar que nadie puede lograrlo. Pero fue una manzana la que llevó a creer que un colchón con nueces y un poco de vino puede hacer pensar en la derrota. En esa cruel y cruda derrota que sólo algunos la logran entender. Y no hay nada como eso, no hay nada como el tiempo que no deja de caer. Es el viento el que lo deja estático. Un viento que sin quererlo, hace daño y ayuda al recuerdo. Lo antiguo, lo que no veo. Primero existo, luego vivo, primero muero y luego fracaso. No es nada más que un juego donde el balón cae y rebota durante ciento noventa minutos, y ahí estás, y ahí estoy, envuelto en dudas, duendes y fantasmas que se olvidan de ti, y me vienen a pensar a mi, porque no hay nada más difícil que creer en la misericordia y en las ganas de que exista paz y odio. No es lo mismo. Sólo un reflejo de que no existo o tal vez sólo la sombra. Me olvido, pienso en el resto. Tal vez haya algo aquí que tenga que decir. Tal vez hay alguien acá que tiene algo que decir. No te creo, si me crees. Son mis rollos y no los tuyos. Casi siempre cuando no estoy ahí es porque viento. El árbol una vez me lo dijo. Creció con el tiempo y cada vez fue mirando más alto, veía la almohada rebotar entre los cuescos de durazno que algún día el vino quiso cosechar, y no hablo del tinto ni del blanco. Amor tinto, desteñido, sucio, amargo, pero te duerme, te atonta y no te deja pensar en vida. No está ahí ni acá cuando del baño me subí al último vértigo de mi pesadilla. Una llaga en mi pecho y una sensación, sólo una que descubrió mi maldad y el daño escrito por el amor que me queda por entregar. Ya es tarde y no creo poder alcanzar el objetivo, me duele el brazo y me canso. Debo seguir, es el agotamiento infinito que tiene una cuota de masoquismo. Es como una orgasmo constante dibujado en el fondo del mar junto a un bote de nombre soledad que se aferra a ti y no te deja avanzar. Lo quieres sólo para ti y el hambre se hace parte de mi junto con los niños que cada vez que los escucho me parece un grito profundo de dudas y me da pena pero yo también pase por eso y tu también. Escúchalos, aprende. Hazte la fama y cree en un juguete. A ese que odiaste, a ese que quisiste, a ese que fue tu segundo padre. No es fácil vivir de la vida, es como vivir para comer. Yo prefiero vivir de mi, y también compartir, conmigo, cuando estoy sin mi. Hazte la fama y échate a la cama. Una vez dije que no es verdad quien calla por escribir de nada. Y que tampoco es cierto que quien habla mucho y dice poco es el adorado por los dioses que se creen dioses y no lo son. Ellos están allá afuera adorándose, adorando sus vidas y no la del resto, así es la vida, así es la muerte, y así debe ser gracias a que no siempre estamos inmersos en desigualdad, porque si lo pensamos dos veces nos podemos equivocar, en mi, en ti, con todos los que alguna vez creímos en la muerte como un paso para una mejor vida. ¿será así? El misterio es casi un abismo profundo de recuerdos que me recuerdan que no debo mirar para vivir tranquilo y sin miedos. Ahí está la solución de la pobre silla que no hace más que quejarse por esos traseros flacos que los soporta a diario. No es fácil vivir de la vida, no es fácil vivir como silla. Despierto con los ojos cerrados y luego pienso, pienso que duermo pero lo dirijo, dirijo ese sueño que no es más que el deseo de enfrentar mis propios deseos convertidos en nubes o en sillas, no, eso no. Cada vez que muero pienso en todo lo que vomité, me río, y no siempre fue por un dolor maligno, a veces eran dolores benignos que me contaron acerca de mi vida y costumbres. Y puta que es rico vomitar sentado en el asfalto con los piernas abiertas y a las cuatro cuarenta y cuatro. Con el diablo en mi garganta y el dios en mi cabeza, maldito, el lo planeo todo, ahora lo entiendo y sigo respondiendo a mi pregunta, pero si son mis dudas, como poder contestarlas. Fe a mi, a mi palabra, principios y valores que sin darme cuenta, fe, fe de ti, de todos y sin mirarme al espejo, de mi. Creo en mi forma de creer y eso me basta, para mi, para ti, para los dos y todos, ¿no crees? Piensa que este texto es mi primer paso y que no se te olvida que las caries de Adán también lo fueron, pero fueron sólo caries, ahí va el veneno. Arriésgate a vivir sin recompensas, y si alguna vez te descomponen, te armas, te paras, te afeitas y te arriesgas. Así funciona si quieres surgir. |