Camino a casa.

El tren va lleno, ya casi no hay espacio para ningún pasajero. Yo siempre he dicho que deberían comprar uno más grande, pero claro, nadie me hace caso. Avanzamos a la velocidad de la luz, y los rieles que están entrecortados son cada vez más parecidos a una franja larga que ilumina el camino de todos. Yo estoy en el asiento de más atrás, y desde aquí, sólo desde aquí, puedo apreciar lo que mis ojos pueden ver. Logro observar cómo otros trenes pasan por el lado del nuestro, pero en sentido contrario. Nuestra locomotora es mucho más rápida y eso me pone contento. Miro un poco más hacia arriba y puedo observar lo rápido que se ve la vegetación a esta velocidad. Se ve tal cual como dibuja mi amigo oscar; cuando le dicen que pinte un círculo, él se sale de ese margen y pinta todo al lote; como en movimiento, como ahora. Miro más hacia arriba, y ahí está el hermoso cielo con sus nubes, pero ¿qué le pasa a las nubes?; es como si algodones blancos se estuvieran juntando para formar una sola forma. Me quedo un poco pegado con una nube. Sí, es Micky Mouse......ya no lo es. El tren sigue su camino como siempre; nadie sube ni baja, al parecer es un pasaje directo. Quiero moverme, quiero hacer algo más, llevo mucho tiempo acá. Estoy aburrido de ver siempre lo mismo, los otros trenes pasando para atrás, los dibujos de oscar, y hasta las formas que forman las nubes ya no entretienen mi vista. Aburrido y sin sueño, le pregunto a mi papá, quien sostiene firme y concentrado el volante, ¿Cuánto falta para llegar a casa?.